Economía de la distribución: Principios rectores del  Crédito Social

En los cuarenta años transcurridos entre 1934 y 1974, Louis Even escribió un extenso y general estudio del Crédito Social que requeriría una enciclopedia entera para reproducirlo.

El Sr. Even afirmó que el propósito del Crédito Social era la distribución de la abundancia; que lo que faltaba era dinero en manos de los ciudadanos, no productos. A continuación, se presenta el texto de un artículo escrito por él en 1947 que explora los principios rectores de la economía del Crédito Social. El Crédito Social afirma que un sistema político, económico y social verdaderamente humano debe tratar de establecer y mantener los derechos de todos los individuos. Las instituciones temporales, económicas, financieras y gubernamentales deben estar al servicio de los individuos y las familias que componen la sociedad y no a la inversa. Los siguientes párrafos esbozan los principios que guían la economía del Crédito Social. Se refiere más específicamente a la economía de la distribución y, más precisamente, al sistema financiero que se requiere para apoyar una economía distributiva.

Los bienes terrestres fueron creados para todos los hombres

Los bienes terrestres fueron creados para satisfacer las necesidades temporales de todo el género humano, es decir, de todos los hombres, no sólo de algunos o de ciertas clases de hombres. Esto no significa que todos los hombres deban ser igualmente prósperos, sino que todos deben tener la capacidad de satisfacer sus necesidades básicas. Los medios y métodos por los que se poseen, controlan, producen o distribuyen los bienes sólo pueden decirse legítimos si se ordenan a la consecución de este objetivo; son malos o perjudiciales cuando impiden alcanzarlo. La Providencia ha puesto sobre la tierra, de una u otra forma, todo lo necesario para satisfacer las necesidades normales de los hombres, dada la cooperación y la buena organización social.

El objetivo de la actividad económica

La actividad económica es la que se ocupa de adecuar los bienes de la tierra para satisfacer las necesidades temporales de los hombres. Las actividades económicas bien ordenadas deben poner los bienes al alcance de quienes los necesitan. En las sociedades organizadas, los sistemas económicos existen para facilitar este objetivo. Las sociedades correctamente organizadas existen para el beneficio de sus miembros. La idea misma de asociación impide la exclusión de cualquier persona que pertenezca a la asociación. Las asociaciones deben servir a sus miembros; no se debe esperar que los miembros sirvan a la asociación. 

Proporcionar bienes a todas y cada una de las personas

Por tanto, un sistema económico verdaderamente social debe garantizar que los bienes terrenales satisfagan las necesidades temporales de todos y cada uno de los miembros de la sociedad. Según el Papa Pío XI:

"sólo entonces el organismo económico y social estará sólidamente constituido y alcanzará su fin, cuando asegure a todos y a cada uno los bienes que la riqueza y los recursos de la naturaleza, los logros técnicos y la organización social de los asuntos económicos pueden dar" (Carta Encíclica Quadragesimo Anno). 

La parte que se pone a disposición de cada persona debe ser suficiente para satisfacer las necesidades básicas. Pío XI continuó: 

"Estos bienes deben ser suficientes para suplir todas las necesidades y un sustento honesto, y para elevar a los hombres a ese nivel superior de prosperidad y cultura que, siempre que se use con prudencia, no sólo no es un obstáculo, sino que es una ayuda singular para la virtud" (Ibid.). 

Para ser verdaderamente humano, el sistema económico no sólo debe garantizar que los bienes estén al alcance de todos y cada uno, sino que debe hacerlo respetando la libertad personal. El sistema alcanzará su máximo nivel de rendimiento cuando consiga producir y distribuir bienes con un mínimo de intromisión en las libertades individuales. Su máxima perfección se alcanzará cuando libere a las personas de la servidumbre material y permita la búsqueda de una vida cultural.

El Crédito Social aboga por la distribución periódica de un Dividendo a cada ciudadano desde su nacimiento hasta su muerte. El Dividendo, basado en la capacidad productiva moderna y en el derecho natural, permitiría a todos los que pertenecen a una sociedad organizada aprovechar la producción disponible de su país.

Cambiar lo que hay que cambiar

Si el sistema económico actual es defectuoso y no proporciona a cada persona una parte adecuada de los bienes que la naturaleza y la industria pueden ofrecer, entonces el gobierno de la sociedad, responsable del bien común, tiene el deber de cambiarlo o corregirlo. Al fin y al cabo, los sistemas están hechos para los hombres y no los hombres para los sistemas. 

El cambio del sistema debe llevarse a cabo rápidamente y con la menor infracción de los derechos personales legítimos. El Crédito Social restringiría y circunscribiría el mal en el sistema actual, cambiando sólo lo que fuera necesario y dejando el resto inalterado. Con este fin, el Crédito Social ha definido claramente los términos "producción" y "distribución". Además, distingue entre los "medios físicos" y los "medios financieros" necesarios para garantizar el éxito de la distribución de los bienes.

Ya no es un problema de producción

La capacidad productiva moderna es casi ilimitada en volumen y variedad. En tiempos de paz, los productos están disponibles o pueden hacerse fácilmente en grandes cantidades para responder a las necesidades de los consumidores. Los problemas económicos actuales ya no tienen que ver con la producción, sino con la distribución.

La propiedad privada y la libre empresa han demostrado la capacidad de proporcionar bienes y servicios en abundancia. Nada justifica denunciar o eliminar la propiedad privada o la libre empresa.

La satisfacción de las necesidades humanas, y no el beneficio, debe ser el objetivo de la producción. Sin embargo, el beneficio es un incentivo probado. La supresión de este incentivo podría reducir el rendimiento productivo y perjudicar a los consumidores mediante privaciones impuestas y evitables.

Un sistema capaz de mantener el incentivo que ofrece el beneficio, garantizando al mismo tiempo la correcta distribución de los productos, serviría tanto a los intereses de los productores como a los de los consumidores.

El Crédito Social apoya la libre empresa y el incentivo del beneficio, pero mantendría los beneficios dentro de unos límites mediante un mecanismo de Ajuste de Precios. Tanto el Dividendo Nacional como el Precio Ajustado permitirían distribuir una abundancia de bienes y servicios a todos los consumidores.

La división del trabajo actual

En el mundo moderno, nadie produce todos los bienes necesarios para su propia subsistencia, comodidad y placer. El trabajo está, cada vez más, repartido y especializado.

La división y la especialización del trabajo contribuyen a una producción abundante, pero obligan a cada productor a ofrecer al resto de la comunidad los numerosos productos que no necesita para su uso personal. Cada consumidor debe obtener de otros los bienes que requiere para sus diversas necesidades. De este hecho se desprende la necesidad de un medio de distribución que sea flexible y funcional.

En los países civilizados el dinero se instituyó como una herramienta para facilitar la distribución de bienes. En manos de un individuo, el dinero es, por tanto, un derecho a la variedad de productos disponibles.

La producción como base del dinero

El total de los créditos de consumo debe ser igual a la cantidad de bienes de consumo que están disponibles o que podrían fabricarse fácilmente. En un sistema de Crédito Social, el dinero se basaría en los productos que responden a las necesidades de los consumidores, en lugar de en una entidad única como el oro, o en el interés propio de los especuladores, como los controladores privados del dinero y el crédito.

Dado que los individuos no pueden obtener productos a menos que tengan dinero, y dado que el objetivo de la producción es la satisfacción de las necesidades de todos los miembros de la sociedad, se deduce que todos los miembros de la sociedad deben tener una cantidad mínima de dinero para comprar una cantidad mínima de bienes.

En la actualidad, el dinero se distribuye a través de los salarios, los dividendos de las inversiones de capital, los regalos y las herencias. El dinero así distribuido no llega a todos los miembros de la sociedad. Hay que introducir otro medio que permita a cada persona obtener una parte de los bienes disponibles. Esta es una de las razones por las que el Crédito Social defiende que se emita un Dividendo periódico a cada persona, desde su nacimiento hasta su muerte.

Resolver los conflictos en el lugar de trabajo

Muchos de los conflictos que surgen en el lugar de trabajo se deben a que los sueldos y salarios no son suficientes para que los trabajadores obtengan los bienes necesarios para mantener su propia vida y la de sus familias. De ahí que se exija un aumento de los salarios. Sin embargo, cada incremento salarial se traduce en un aumento del precio de los productos que conduce a una insuficiencia aún mayor del poder adquisitivo. El Crédito Social resuelve este problema mediante un Dividendo Nacional que aumenta el poder adquisitivo de cada ciudadano sin aumentar los costes. Además, el mecanismo de precios ajustados reduce los precios sin afectar negativamente a los productores.

La producción debe estar orientada al consumidor y, en primer lugar, deben satisfacerse las necesidades básicas de todos. Para ello, los consumidores deben disponer de un mecanismo para trasladar sus demandas al sistema de producción. El Crédito Social proporciona este mecanismo a través del Dividendo Nacional, que garantiza una renta regular a todos los consumidores y, por tanto, asegura que éstos tengan una demanda efectiva.

El progreso desplaza al trabajo

La mecanización, la aplicación de la ciencia y el perfeccionamiento de las técnicas sirven para aumentar el volumen de los productos al tiempo que disminuye la contribución del trabajo a la producción. En otras palabras, se fabrican más productos con menos trabajadores. Hay que idear otra forma de distribuir el poder adquisitivo para tener en cuenta la sustitución de la mano de obra por la maquinaria en el curso de la producción: El Crédito Social aboga por la distribución de un Dividendo Nacional a todos, estén o no empleados en la producción.

La producción moderna es principalmente un factor de recursos naturales, organización social y ciencia aplicada, más que una función del trabajo de los individuos. Consideramos estos factores como "capital común". Este capital común tan productivo debe dar derecho a todos y cada uno de los ciudadanos a un Dividendo. El Dividendo no es un regalo sino un derecho. El Crédito Social reconoce que "Todos los hombres, al entrar en el mundo, podrían disfrutar efectivamente, de alguna manera, de la condición de herederos de las generaciones precedentes" (Jacques Maritain, Humanismo Integral).

Mientras la producción requiera el esfuerzo humano, el trabajo debe ser recompensado. Al tiempo que aboga por un Dividendo universal distribuido a todas las personas, el Crédito Social reconoce que los sueldos o salarios se pagarán a todas las personas empleadas.

Los salarios y los dividendos deben complementarse mutuamente en una proporción que produzca el resultado más favorable. El incentivo para producir debe ser preservado y los bienes deben llegar a aquellos que los necesitan. Esta proporción está por determinar en la práctica, pero debe permitir a todos los miembros de la sociedad, tengan o no un empleo remunerado, acceder a una cantidad de bienes suficiente para proporcionar una subsistencia honesta.

El trabajo: ¿un fin o un medio?

El objetivo de la agricultura, la industria y la producción, en su conjunto, es crear productos, no proporcionar empleo. La producción está en su apogeo cuando crea la mayor cantidad de bienes con el menor esfuerzo, permitiendo así a la población disfrutar de actividades libremente elegidas que no son remuneradas ni recompensadas materialmente. El Crédito Social rechaza el pleno empleo e insiste, en cambio, en el pleno ingreso. El Crédito Social desvincula la renta del trabajo. En otras palabras, el trabajo no es un fin en sí mismo, sino sólo un medio para crear productos. Si el fin, es decir, los productos, pueden alcanzarse sin trabajo, entonces el trabajo se vuelve obsoleto. El mecanismo por el que se reclaman los productos es el dinero. Una vez fabricados los productos y a la espera de su distribución, es el dinero, y no el trabajo, lo que debe centrar nuestra atención.

El dinero, un instrumento social

Dado que el dinero es un derecho a los bienes y servicios derivados de las fuentes de producción públicas y privadas de una nación, debe considerarse un instrumento social. La sociedad, a través de su gobierno, debe regir la creación, el volumen y la circulación del dinero y del crédito. El Crédito Social confiaría estas funciones a una Oficina Nacional de Crédito, responsable ante los representantes elegidos, cuyo mandato incluiría la adaptación de las finanzas a los hechos de la producción y el consumo.

Los gobiernos deben abstenerse de asumir responsabilidades que los individuos o las asociaciones y agrupaciones menores pueden cumplir. Los sistemas de producción y consumo deben gozar de la máxima libertad compatible con un orden social y una prosperidad bien entendidos. El Crédito Social rechaza la interferencia del gobierno en las actividades de producción, transporte, venta y/o entrega. La Oficina Nacional de Crédito no interferiría en la producción o el consumo; más bien, contabilizaría lo que se produce y consume. A partir de estos cálculos, deduciría la cantidad que se entrega a los ciudadanos como Dividendo Nacional y como subvenciones para el Ajuste de Precios en los bienes de consumo. El Crédito Social pone las finanzas al servicio de la producción y el consumo, y no a la inversa.

El Crédito Social no interferiría en la forma en que los individuos gastan su dinero. Uno podría elegir ahorrar dinero y gastarlo en una fecha posterior, por ejemplo. El ahorro, sin embargo, no debe hacer que los productos se acumulen y den lugar al desempleo, como ocurre hoy en día. Por el contrario, el ahorro beneficiaría a toda la comunidad al permitir el acceso a los productos no vendidos mediante una futura disminución de los precios de venta al público. Las necesidades de los consumidores deben orientar la producción y no debe permitirse a los productores crear necesidades falsas a través de la publicidad. Bajo el Crédito Social, todo el dinero nuevo se inyectará directamente en el consumo. Desde el principio, lo que se produzca será decidido por los consumidores. El dinero será así restaurado gradualmente como una herramienta de servicio en lugar de un arma de dominación. Asumirá el papel que le corresponde como mecanismo de distribución y dejará de ser el objetivo final de la producción.

Aspecto didáctico de un sistema sólido

Encauzar el sistema económico aplicando las propuestas del Crédito Social no eliminará las pasiones humanas ni sus consecuencias negativas. Un sistema bien ordenado enseña y apoya la buena voluntad y evita la explotación de los demás. Un sistema desordenado, por el contrario, acentúa las pasiones, ahoga la buena voluntad y crea desesperación. La privación causada por la imposibilidad de acceder a los bienes esenciales sienta las bases para las ideas subversivas. En el ámbito de la política y la economía, el Crédito Social es el arma más eficaz para frenar tanto el comunismo como la anarquía, porque aboga por la seguridad económica de todos los miembros de la sociedad respetando la libertad personal.

Dinero creado por la sociedad

El Crédito Social confía la gestión social del dinero y del crédito a una Oficina Nacional de Crédito, responsable ante los representantes del pueblo en el gobierno. La Oficina Nacional de Crédito llevaría una cuenta de producción y consumo a partir de la cual determinaría los activos de capital reales del país, o Crédito Real. Estos activos serían la base del Crédito Financiero. Los activos de una nación se componen de los recursos naturales, los distintos medios de producción y su población. La producción de los distintos tipos de bienes de capital y de consumo, el aumento de la población y las importaciones aumentan la riqueza de una nación. La riqueza de una nación se reduce por el consumo de bienes, el "desgaste", la disminución de la población y la exportación de bienes. El aumento total de la riqueza, menos la reducción total, da como resultado el enriquecimiento neto para un periodo determinado. El verdadero enriquecimiento de la riqueza real debe expresarse mediante una cantidad equivalente de poder adquisitivo, si la producción ha de llegar a los consumidores.

Un dividendo para todos

El Crédito Social apoya la distribución periódica de un Dividendo a todos los ciudadanos desde su nacimiento hasta su muerte, sin excepciones ni condiciones. El Dividendo será equivalente al mínimo que cada ciudadano puede esperar recibir como copropietario de una sociedad bien organizada que dispone de una producción abundante. Es también la forma más directa de asegurar que todos reciban la parte que les corresponde de la producción de la nación. Las sociedades modernas pueden garantizar tanto el Dividendo a todos como el salario a los trabajadores Consideramos que el Dividendo es un rendimiento del "capital de propiedad común" que es compartido por todos los miembros de una sociedad organizada. La cuantía del Dividendo está por determinar, pero en una nación en la que la producción supera las necesidades de la población, debería cubrir mínimamente las necesidades básicas y recompensar ampliamente a los que participan en el trabajo.

Ajuste de precios (o descuento compensado)

El Crédito Social aboga por que prevalezca un equilibrio entre los precios totales de venta al público de los bienes de consumo y el poder adquisitivo total. Se aplicaría un descuento, o Ajuste de Precios, a los precios de venta al público. El importe se determinaría en función de la relación entre el poder adquisitivo total y los costes de producción totales. La Oficina Nacional de Crédito calcularía las estadísticas de un periodo determinado y constituiría la base para un descuento para el periodo siguiente. Por ejemplo, si durante un mes determinado la producción total, expresada por los precios de venta al público, era de 10.000 millones de dólares y si durante el mismo periodo todas las compras sumaban 8.000 millones de dólares, el ajuste de precios sería de 2.000 millones de dólares, es decir, el 20%. Los consumidores pagarían un total de 8.000 millones de dólares por 10.000 millones de productos. La producción habría logrado alcanzar su objetivo. Los productores procederían a obtener de la Oficina Nacional de Crédito los 2.000 millones de dólares (20%) no recibidos de los compradores. El mecanismo de ajuste de precios favorece a los consumidores, pero también beneficia a los productores al facilitar la venta de productos que de otro modo podrían quedar sin vender. La reducción de los precios significa que los minoristas y los productores venderían más productos. En respuesta, la Oficina de Crédito exigiría que los márgenes de beneficio tuvieran límites. El efecto neto sería que se fomentaría la producción y se desalentaría la inflación.