Encadenados a las deudas; la seguridad económica para cada individuo

La crisis financiera mundial y sus posibles efectos en otros países, el hambre en varias regiones del mundo, una globalización económica que está aumentando las desigualdades sociales en los países subdesarrollados, y entre éstos y los países ricos, las guerras expansionistas por intereses económicos, el sostenimiento de un comercio mundial injusto, y hasta la degeneración climática, son reflejo de las actuales reglas económicas mundiales, que debieron haber variado ya hace décadas.

En este artículo les voy a hablar de la Seguridad Económica. Seguridad quiere decir estar resguardado. La seguridad política protege a la nación  de incursiones de países extranjeros. Resguarda a los ciudadanos al interior de un país de los maleantes y ladrones. Esto es seguridad política.

Que no falte lo necesario

Cuando hablamos de seguridad económica, hablamos de la satisfacción de las necesidades materiales. La seguridad económica quiere decir entonces que podemos estar tranquilos en cuanto a no carecer de lo necesario, que no debemos temer que falte lo necesario para vivir.

La ausencia de preocupaciones materiales no significa obviamente que no haya que ocuparse de las cosas materiales, no significa que no haya que preocuparse por producir lo necesario. Pero esto significa que una vez que se haya hecho lo que es normalmente posible, lo que se es capaz de hacer con los medios de producción disponibles, se debería estar al menos seguro de tener lo necesario, especialmente cuando lo necesario no falta y está lejos de faltar.

Pero, lo necesario no falta, ni en el país ni en el mundo entero. Pueden haber países que estén en la miseria, pero hay otros que tienen sobreabundancia.

Y no deberíamos tener de qué preocuparnos. Por qué no podemos seguir el consejo que nos dio Nuestro Señor: "No os preocupéis qué vais a comer ni con qué os vestiréis…Mirád las aves del cielo: no trabajan, no siembran, no recogen y sin embargo vuestro Padre Celestial las alimenta. Lo mismo para los lirios del campo: ni hilan ni tejen y ni Salomón en todo su esplendor se vistió como ellos…Vuestro Padre celestial sabe lo que necesitáis…"(Mateo 6, 25-32)

Justamente, nuestro Padre Celestial, que es nuestro Creador, puso sobre la tierra todo lo necesario para satisfacer las necesidades de toda la humanidad. No significa que haya puesto todas las cosas ya hechas en un lugar en particular, pero si observamos la superficie del globo, puso lo bastante sobre la tierra, bajo la tierra, en el subsuelo, en el mar, en los bosques, por todas partes para satisfacer las necesidades normales de la humanidad a través de todos los siglos.

Esto lo sabemos, nadie puede negarlo, ¿pero para quién el buen Dios hizo todas estas cosas? Ya que es el Padre de todos los hombres, las hizo para todos los hombres, sin excepción.

Los bienes de la tierra fueron hechos para todos los hombres. Es algo que es necesario recordarnos y recordar a aquellos que lo olvidan: a los gobiernos, a los  particulares, a las asociaciones, a todos los grupos, a todos los individuos. El mismo Papa Pío XII lo recordó en su radio- mensaje de Pentecostés de 1941: "Los bienes han sido creados por Dios para todos los hombres y deben estar a disposición de todos".

Está claro, "para todos los hombres". El hombre es una persona, pero es una persona sociable, que vive en sociedad. Es necesario que encuentre la expansión de su persona en la sociedad. Lo social no debe asfixiarlo sino enriquecerlo, y a su vez, cuando la persona se realiza, enriquece a la sociedad. Hay un retorno de los bienes de la persona sobre la sociedad y de la sociedad sobre la persona, cuando no hay trabas ni obstáculos. Y sin embargo, ¿qué notamos hoy? Incluso en países con abundancia como Canadá, Estados Unidos, los países de Europa Occidental y otros, se nota que hay en efecto abundancia, pero hay casos de miseria, casos de familias que no solo no tienen abundancia ni  holgura, sino que les falta lo necesario y que están obligados a mendigar o a solicitar ayuda de los gobiernos, y aún así no se les otorga esta ayuda sino a cuentagotas.

Vemos que los hombres hoy en día sobresalen en producir. Destacan en elaborar la producción: se produce lo que se quiera. No quiere decir que se tenga en la casa, sino que en el mercado hay lo que uno quiera. Si pedimos un féretro, tenemos un féretro. Si pedimos un automóvil, tenemos un automóvil, si pedimos pan, tenemos pan. Ojalá tuviéramos el medio eficaz para poder pedir bienes, el medio llamado dinero. Pero aquí hay un obstáculo y hablaremos de ello más adelante.

Si los hombres sobresalen en producir, fracasan lastimosamente en distribuir, y ¿por qué? Porque ellos mismos se han impuesto reglamentos para la distribución de los bienes. Y estos reglamentos se rigen por las finanzas. Son reglamentos financieros.

Es imposible obtener bienes que uno mismo no ha producido a menos que se pague por ellos. Y lo mismo para los otros. Y si se es incapaz de producir -porque no se poseen medios de producción – hoy hay muchísimos que no poseen medios de producción incluso aquellos empleados en la producción, no saben cuánto tiempo les durará su empleo todos están en la cuerda floja-. Su empleo no depende de ellos ni  de su voluntad sino de circunstancias ajenas a ella; y no son circunstancias naturales sino artificiales, creadas por el sistema financiero.

No me extenderé sobre este asunto inmediatamente porque ya es bastante conocido. Somos capaces de hacer cosas pero cuando no se producen es porque el sistema financiero no está ahí para financiar la producción. Y cuando están hechas, si no las tenemos en las casas es porque las finanzas no están en las casas  para acceder a la producción.

El objetivo de la producción

Se diría que la producción existe para ser vendida y ser comprada pero éste no es el objetivo de la producción. La producción existe para satisfacer las necesidades humanas, o de otra manera no tiene razón de ser. Si existe un sistema de compra y venta de artículos, esto puede ser bueno, no critico el establecimiento de tal sistema, esto permite a los individuos que tienen dinero poder escoger de la producción lo que les conviene. El sistema de producción reemplaza las cosas compradas, de forma tal que la producción le sirve a los consumidores cuando éstos tienen los medios para obtener los productos que satisfagan sus necesidades personales, y ellos conocen sus necesidades mejor que nadie.

Es entonces un buen sistema en sí el sistema de dinero y de compra y venta de artículos, con la condición de que este sistema permita a los hombres llegar a todos los artículos necesarios, para alcanzar el objetivo de la producción y llegar al objetivo del Creador en la creación: "Los bienes creados por Dios lo fueron para todos los hombres". Cualquiera que sea el método empleado, tiene que llegar a este resultado. Si no lo logra es porque es malo o está viciado y en ese momento hay que cambiarlo o corregirlo, no hay otra cosa que hacer.

Dirán que así es el reglamento financiero y que no hay nada que hacer. Las finanzas no son la esencia o el objetivo de la producción; la esencia de lo económico es producir bienes y conducirlos a las necesidades. Nada más.

Pongamos un ejemplo que nos dé una idea clara de la noción esencial de lo económico: y no toda esa jerga que tenemos hoy: crisis económica, crisis financiera, coyuntura económica…toda esa jerga, toda esa jerigonza no lleva a nada.

La multiplicación de los panes

Queremos un ejemplo, pues busquémoslo en el Evangelio. Algunos podrán sobresaltarse diciendo: "¿cómo así quieren buscar cosas materiales en el Evangelio?". Escuchen el ejemplo que voy a dar. No quiere decir que ésta sea la única lección que podemos aprender de este evangelio, pero se puede obtener esta lección. Se trata del episodio de la multiplicación de los panes y los peces. Todo el mundo la conoce: hay dos narraciones en el Evangelio en las cuales Nuestro Señor alimentó a las multitudes con pocas cosas. Por ejemplo, en San Mateo (15, 32-39), cuando narra que había 4000 hombres, sin contar mujeres y niños. Estas personas habían seguido a Nuestro Señor todo el día y parte del día anterior sin haber comido desde hacía rato. Caía la tarde y los apóstoles querían enviar a toda esta gente de regreso a sus hogares, pero Jesús no quería que los enviaran de regreso en ayunas ya que podrían desfallecer en el camino. Me parece que esto que expresaba aquí Nuestro Señor es un aspecto muy material.

Y bien, ¿qué hizo nuestro Señor? Les pidió a sus apóstoles que les dieran de comer.

"No somos capaces, no hay suficiente"

"¿Cómo, no tienen comida aquí?"

"No, y además los almacenes están lejísimo"

"¿Qué tienen aquí?"

"Aquí hay un niño que tiene siete panes y otro que tiene algunos pescados"

Nuestro Señor respondió: "tráiganme eso". Se los llevaron, los bendijo y le dijo a los apóstoles: "Distribúyanlos". Ese es el hecho.

Y cuando los apóstoles hubieron terminado de distribuir y la gente hubo terminado de comer tanto como hambre tuvieran, se recogieron incluso siete canastas de pedazos de pan restante, lo que significa que había más pan al final que al principio.

Se dirá que es un milagro. Sí, hubo un milagro de producción hecho por Nuestro Señor.

Y luego hubo distribución, y además el pan no fue vendido ni comprado, pero aún así el pan llegó a aquellos que tenían hambre. Y Nuestro Señor les dijo a los apóstoles: "Distribuyan". No es difícil distribuir cuando la producción está hecha. Pero lo fácil de hacer distribuir, no lo conseguimos. 

El ser humano es anterior a las finanzas

¿Por qué no podemos distribuir? Una vez más, a causa del sistema financiero que nos hemos impuesto. Y bien, el ser humano está antes que las finanzas, la persona está antes que el dinero y los gobiernos, los pueblos deben establecer un orden que permita a la producción satisfacer las necesidades. Es lo que el Papa Pío XII seguía repitiendo en el mismo mensaje radial citado anteriormente: "Todo hombre en tanto que ser dotado de razón detenta por naturaleza el derecho de usar de los bienes de la tierra". Tiene esto por naturaleza. No es entonces un derecho concedido por el gobierno o por el sistema financiero. Ya tiene este derecho.

Y para conceder este derecho, el Papa nos recuerda que ha sido dejado a la libre voluntad de los pueblos el establecer métodos para esto. Llama a esto "establecer formas jurídicas", es decir, establecer un orden jurídico, un orden social, político que le permita a la producción satisfacer todas las necesidades.

¿Tenemos eso hoy? Lamentablemente no. ¿Por qué? ¿Acaso los pueblos no tienen la libertad de establecerlo?  Sí, pero no lo establecen. Hay algunas personas que tienen lo suficiente y aún así no es seguro que lo tengan siempre.

El Papa Pío XII nos recuerda que la economía nacional debe conceder "sin interrupción las condiciones materiales en las cuales pueda desarrollarse plenamente la vida de los individuos".

Es entonces cuestión de seguridad económica personal. Algunos dirán, "¿pero acaso el gobierno no reconoce esto a través de las leyes de seguridad social?" Sí, y nos regocijamos de que ya existan leyes de seguridad social como los auxilios familiares, las pensiones de vejez, y más recientemente la ley de seguro de desempleo para llenar huecos que existían aún en la legislación social de algunos países. Pero todo esto se otorga a cuentagotas y con base en la capacidad tributaria del país. Y hay en estas leyes un aspecto de mendicante de parte del que las requiere, y un aspecto inquisidor de parte de las oficinas del gobierno. 

Estos aspectos negativos deberían desaparecer para llegar progresivamente a otro sistema. Un sistema justo. Aquel que presenta las propuestas de la filosofía del Crédito Social, que serán explicadas en otros artículos, ya que éste ya es bastante largo. La seguridad económica ciertamente forma parte de la organización de un mundo mejor, mejor para todos.

 


 

Un llamado a la conciencia

Los hombres tienen una especial obligación de tender continuamente hacia la verdad, respetarla y atestiguarla responsablemente. Vivir en la verdad tiene un importante significado en las relaciones sociales: la convivencia de los seres humanos dentro de una comunidad, en efecto, es ordenada, fecunda y conforme a su dignidad de personas, cuando se funda en la verdad. Las personas y los grupos sociales cuanto más se esfuerzan por resolver los problemas sociales según la verdad, tanto más se alejan del arbitrio y se adecuan a las exigencias objetivas de la moralidad.

Nuestro tiempo requiere una intensa actividad educativa y un compromiso correspondiente por parte de todos, para que la búsqueda de la verdad, que no se puede reducir al conjunto de opiniones o a alguna de ellas, sea promovida en todos los ámbitos y prevalezca por encima de cualquier intento de relativizar sus exigencias o de ofenderla. Es una cuestión que afecta particularmente al mundo de la comunicación pública y al de la economía. En ellos, el uso sin escrúpulos del dinero plantea interrogantes cada vez más urgentes, que remiten necesariamente a una exigencia de transparencia y de honestidad en la actuación personal y social.

Vivimos en una sociedad hipersensible al tema de las libertades, de los derechos humanos y la tolerancia…, pero ciega y embotada ante la injusticia social y la pobreza. Hemos conseguido -creemos- erradicar de nuestras sociedades cualquier indicio de intolerancia, de racismo, de totalitarismo. Pero la pobreza, el hambre, la injusticia y la desigualdad son una losa que contradice nuestros principios e ideales.