¿Por qué la revista San Miguel siempre habla de dinero, del sistema económico, de la reforma del sistema financiero?

Porque casi todos los problemas que nos afligen a diario son problemas de dinero. No solo es un problema personal, sino también, es un problema que enfrentan algunas instituciones, escuelas, universidades, municipios, gobiernos…

Actualmente, no se puede vivir mucho tiempo sin adquirir productos hechos por otros; y estos otros también necesitan nuestros productos. No puedes obtener los productos de otros sin pagar por ellos. Y para pagar, necesitas dinero.

El dinero es, por lo tanto, un permiso para vivir. No es que comamos dinero cuando tenemos hambre; ni que hagamos ropa con billetes para vestirnos. Sin embargo, sin dinero, no tenemos nada, excepto lo que podemos hacer con nuestras propias manos, y eso, si contamos con algunos medios de producción. Sin dinero, no llegamos muy lejos.

El verdadero problema es el mal uso del dinero, la mala gestión del sistema financiero. Convirtiéndose en fuente de desorden, instrumento de dominación y muchas veces, incluso, herramienta de perdición. Cuando las personas se olvidan de Dios, y sólo les interesa el dinero, aun aplastando a sus hermanos, se vuelven esclavos del dinero y, en consecuencia, esclavos del diablo. 

Pero el dinero, como instrumento de intercambio y distribución de productos, es quizás el invento social más bello del hombre. El dinero fue creado como instrumento de distribución. Gracias a la existencia del dinero, el agricultor que tiene más papas de las que necesita para su familia, pero que desea zapatos para sus hijos, no se ve obligado a buscar un zapatero que tenga demasiados zapatos y necesite papas. Y lo mismo para el zapatero: no tiene que correr por el campo para encontrar a un hombre que tenga demasiadas papas y le gusten los zapatos.

Cada uno ofrece en el mercado lo que tiene para vender. Obtiene como pago dinero. Luego, con este dinero, elige lo que quiere comprar en el mercado.

El dinero es tan bueno para comprar mantequilla, como para comprar un instrumento musical. Todos aceptan dinero a cambio de sus productos o servicios, porque saben que luego pueden aceptar dinero de cualquier persona para obtener cualquier cosa.

El dinero en sí mismo no tiene valor, especialmente el dinero moderno. Un simple trozo de papel impreso con el número 5, nos permite comprar lo que queramos por el valor de cinco dólares, o 5 pesos según la moneda del país. Y si el pedazo de papel, no más grande, ni más grueso, lleva el número diez, nos permite elegir cualquier producto, por el valor de diez dólares, pesos…

El dinero no es una riqueza real. La riqueza real consiste en todas las cosas útiles que satisfacen las necesidades humanas.

El dinero no es un producto, es un instrumento para distribuir productos. No se pueden distribuir productos que no existen. Pan, carne, arroz, algodón, madera, carbón, un vehículo en una buena carretera, un doctor que visita a un enfermo, el conocimiento de la ciencia, esto representa la riqueza real. 

Distribuye todo el dinero que quieras a un hombre aislado en el Polo Norte, o en un desierto del que no pueda salir y el dinero no le servirá de nada. La riqueza real son los productos.

Pero también es absurdo, y aún más exasperante, carecer de estas cifras (dinero) para obtener productos que están disponibles y que necesitamos para vivir.

Esto significa que debe haber una proporción justa entre los productos con un valor indicado y las cifras en manos de aquellos que necesitan estos productos.

Si existen muchas cosas a la venta en un país, debe existir una gran cantidad de dinero para disponer de ellas. Mientras exista más gente y bienes, se requerirá de más dinero en circulación, de otra manera todo se detiene.

Es precisamente este equilibrio del que se carece en la actualidad. Tenemos a nuestra disposición, casi tanta cantidad de bienes como posiblemente podríamos desear gracias a la ciencia aplicada, a los nuevos descubrimientos y al perfeccionamiento de las maquinarias. Existe también mucho desempleo, personas que representan una fuente potencial de bienes, existen también, muchas ocupaciones infructuosas y hasta perniciosas. Tenemos actividades en las cuales el único propósito es la destrucción (las guerras).

El dinero fue creado con el propósito de que los bienes lleguen a sus consumidores. ¿Por qué entonces, no encuentra su camino hacia las manos de la gente, en la misma medida, cómo fluyen los bienes en la línea de producción?

¿Se trata de una simple contabilidad?

Exactamente. Por un lado, los productos, con cifras que se denominan precios. Por otro lado, trozos de papel, piezas redondas metálicas, o cuentas bancarias, con números que son poder adquisitivo.

Cuando se puede poner el signo igual entre los dos, los productos pasan del productor, o del comerciante, al consumidor que los necesita. Así de simple.

Entonces, ¿Nuestro sistema económico actual, es eficaz?

Sería eficaz, si la contabilidad fuera exacta, y si las cifras que dan derecho a los productos estuvieran bien distribuidas. Pero el sistema económico actual es defectuoso, porque quienes lo dirigen llevan mal la contabilidad, y las cifras están mal distribuidas.

Los que llevan esta contabilidad, no son los productores, ni tampoco lo es el gobierno. Esta contabilidad simple, empieza en los bancos; el dinero no corresponde a la producción, sino que lo fabrican de acuerdo con lo que el banquero quiere tener como ganancias, explotando a quienes son los verdaderos dueños de esa riqueza. 

En lugar de ser una simple contabilidad al servicio del pueblo, el sistema económico ha sido contaminado. Su control ha sido monopolizado; se ha convertido en objeto de tráfico, dominación, tiranía, dictadura cotidiana sobre nuestras vidas.

Aquellos que controlan el nacimiento y la muerte del dinero, también regulan su volumen. 

El agricultor puede aumentar su producción: el responsable del sistema financiero, que es el banquero, no aumenta el dinero para adquirir esta sobreproducción, ni tampoco distribuye dinero a aquellos que necesitan comprar los productos del agricultor.

Nuestro nivel de vida, en un país en donde se carece de dinero, no está regulado por el volumen de los bienes que se producen, sino por la cantidad de dinero que se encuentra a nuestra disposición para comprar estos bienes. De manera que aquellos que controlan el volumen del dinero controlan nuestro nivel de vida. 

El dinero es más abundantemente cuando se fabrican cañones, bombas y todo lo necesario para crear guerras, cuando nadie desea tenerlas. Este dinero sólo se distribuye, por medio de salarios, entre los trabajadores, fabricantes de municiones, que no producen nada útil para el mercado, lo que provoca el aumento en los precios y reducir el valor de compra de lo que realmente se necesita. 

Tal es la realidad actual que se vive con la guerra entre Ucrania y Rusia, nadie desea esa guerra, sin embargo, los grandes banqueros proveen del dinero necesario para comprar armas, a costa del empobrecimiento de ambos pueblos. El hambre y el sufrimiento se deja ver cada vez más, y los gobiernos no hacen nada para detener la masacre, y es porque ellos no controlan el flujo de dinero, sino un puñado de familias, (Rothschild, Rockefeller, Morgan…) los banqueros son los dueños del mundo, y los gobiernos que deberían ser los responsables de que el sistema financiero cumpla con su misión, sólo son títeres.

Y cuando no estamos en guerra, o preparándola, vemos a los grandes políticos en todos los países "civilizados", permitiendo a los traficantes del dinero, ósea, a los banqueros, poner a la gente en penitencia durante años, frente a productos que no venden, por falta de dinero. 

Aristóteles y luego Santo Tomás de Aquino, escribieron: "El dinero no reproduce más dinero". El banquero crea el dinero únicamente con la condición de que reproducirá más dinero. En vista que ni gobiernos, ni individuos crean dinero, nadie crea el interés que reclama el banquero. Aún legalizado, el sistema financiero actual permanece vicioso y es insultante.

 Todo esto es un acto criminal. Los gobiernos de cada país, responsables del bien común y del bienestar de su gente, permiten que este grupo de criminales, los banqueros, sigan cometiendo atrocidades, volviéndose así cómplices, ya sea por cobardía o estupidez.  

El gobierno soberano se ha vuelto signatario de deudas de un pequeño grupo de acaparadores. El primer ministro o presidente de un país, quien representa a millones de ciudadanos, hombres, mujeres y niños, firma deudas impagables. Por otro lado, el banquero, quien representa a un pequeño grupo interesado en obtener ganancias y dominar, fabrica el dinero del país.

Ya nos decía el Papa Pío XI sobre este mismo tema; "Los gobiernos se han rendido a sus nobles funciones y se han convertido en los sirvientes de intereses privados".

El gobierno, en lugar de guiar al Estado, se ha convertido simplemente en un recaudador de impuestos; y una gran tajada de las rentas públicas por impuestos, la tajada más "sagrada", fuera de cualquier discusión, es precisamente para pagar el interés de la deuda nacional.

Más aún, la legislación consiste, sobre todo, en imponer impuestos a la gente y establecer en todo lado, restricciones a la libertad. Estas son leyes para asegurar que los creadores del dinero sean compensados. 

¿Queremos derribar todo el sistema financiero actual?

Claro que no. El dinero, es bueno, siempre y cuando vuelva a su propio fin: instrumento de distribución.

Tampoco se debe recomendar que los bancos sean abolidos o nacionalizados. El banquero es un experto en contabilidad e inversión; muy bien puede continuar recibiendo e invirtiendo los ahorros con ganancias, tomando su parte de las ganancias. Pero la creación de dinero es un acto de soberanía que no debería dejarse en manos de un banco. La soberanía debe ser retirada de las manos de los bancos y devuelta a la nación. 

Ahora bien, la democracia económica de Douglas, también llamada Crédito Social, propone lo siguiente:

  1. El establecimiento de una Oficina de Crédito (nacional, provincial o estatal), que llevaría la contabilidad de la producción y el consumo global (o destrucción, o depreciación), en el país o provincia. La actual Oficina de Estadística, ya proporciona casi toda esta información; una estimación aproximada sería suficiente.
  2. Un poder adquisitivo global acorde con la capacidad de producción, y distribuido equitativamente entre los miembros de la sociedad:
  3. A través de recompensas en el trabajo, distribuidas por la propia industria.
  4. Mediante un dividendo periódico a cada persona, empleada o no, desde el nacimiento hasta la muerte, para asegurar al menos lo básico para vivir; este dividendo sería distribuido por la Oficina de Crédito.
  5. Bajar los precios, un descuento general que impide toda inflación; este descuento sería compensado al vendedor por la Oficina de Crédito.

¿De dónde sacaría la Oficina de Crédito el dinero para dividendos y para la compensación al vendedor a cambio del descuento sobre el precio?

Dado que el dinero es una cifra que permite solicitar cosas a la producción del país, la Oficina de Crédito simplemente debe imprimir dinero en la medida en que la capacidad de producción pueda satisfacerlas. 

El dinero será creado después de conocer la capacidad de producción y de servicios que la población puede ofrecer; y después de conocer los deseos de los consumidores de frente a los bienes útiles posibles. La cantidad de dinero debe medirse de acuerdo con la demanda de los consumidores por los bienes útiles y posibles.

Por lo tanto, los productores y consumidores en conjunto, es decir, toda la sociedad, la cual, al producir bienes frente a las necesidades, deberán determinar la cantidad de dinero nuevo que un organismo, actuando en nombre de la sociedad, deberá poner en circulación de tiempo en tiempo, de acuerdo con el desarrollo del país. Así la gente recuperará su derecho a vivir plenamente, de acuerdo con los recursos del país y las grandes posibilidades modernas de producción.

Y es muy simple. Dado que el dinero es una cifra dada a los productos, el público debe tener suficiente poder adquisitivo para adquirir los productos que necesita, tan pronto como el sistema de producción pueda suministrar esos productos.

Dentro de la sociedad, cada persona debe poseer una parte suficiente de este poder adquisitivo, ya que cada persona tiene derecho a vivir y es imposible vivir sin dinero para obtener los productos.

Estas cifras-dinero pueden muy bien ser simples anotaciones de crédito en una cuenta abierta a cada ciudadano; y un simple cheque sobre el crédito nacional (o provincial) enviado al vendedor, previa presentación de sus boletas de descuento.

Imposible, e innecesario, proporcionar detalles técnicos aquí. Los métodos de aplicación también son variados. 

¿Se podrá llevar a cabo un sistema financiero como este?

No hay nada absurdo en la contabilidad bancaria propuesta por el Crédito Social o democracia económica. La producción sigue siendo responsabilidad de los propios productores. El consumo sigue siendo responsabilidad de los propios consumidores. La Oficina de Crédito es la responsable de registrar los totales; deducen matemáticamente lo que falta en un lado para hacerlo igual al otro.

Por lo tanto, no hay expropiaciones, nacionalizaciones o decretos que dicten, qué producir o qué consumir. El Crédito Social es una democracia económica perfecta. Tendremos una sociedad más libre, porque los consumidores con suficiente poder adquisitivo pedirían los productos de su elección mucho más libremente que aquellos cuyas carteras son siempre delgadas y a menudo vacías.

Se establecería un orden financiero, y, por consiguiente, político y social. El orden establecido en la economía es la meta que guiaría las actividades económicas. Los bienes estarían hechos para satisfacer las necesidades reales. El dinero dejaría de ser el fin determinante de la industria. No crearíamos necesidades artificiales, para vender productos inútiles, reduciendo así, el desperdicio de recursos que sólo provocan contaminación.