¿Debe el dinero reclamar interés ?

Creemos que no hay nada más en el mundo que se preste a tanto abuso como el dinero. No es porque el dinero en sí mismo sea malo. Al contrario, el dinero es probablemente el más grande invento creado por el hombre ya que hace flexible el intercambio comercial, favorece la comercialización de bienes y facilita la vida en sociedad.

Pero colocar al dinero en un altar es idolatría. Hacer del dinero un ser con vida que le da nacimiento a dinero nuevo no es natural. 

El dinero no engendra dinero, como Aristóteles, el filósofo griego dijo. Sin embargo, ¿cuántos contratos se establecen – contratos entre individuos, entre gobiernos y acreedores, que estipulan que el dinero debe engendrar dinero, o si no, tanto propiedades como libertades serán confiscadas ?

Poco a poco se ha venido haciendo efectiva la teoría y especialmente en la práctica, que el dinero debe producir interés. Y a pesar de que todas las enseñanzas cristianas al respecto son contrarias, tal práctica se ha difundido tanto que, para no perderse en la furiosa competencia sobre la fertilidad del dinero, todos deben aceptar, actualmente, que es muy natural que el dinero engendre dinero. La Iglesia no ha abrogado sus leyes antiguas, pero le ha sido materialmente imposible insistir en su aplicación.

Los métodos utilizados para financiar la Segunda Guerra Mundial en la que fuimos los acólitos de Churchill, Roosevelt y Stalin para defender a la Cristiandad, solemnemente consagraron la regla de que el dinero, aún si era tirado al mar o a las llamas de la ciudad, debía generar interés. Nos referimos aquí a los bonos Victoria que financian la destrucción, que no producen nada pero que igualmente deben generar interés.

Interés y dividendos

Para que nuestros lectores no se la pasen pensando que sus ahorros son colocados en la industria o en instituciones de préstamo, hagamos algunas distinciones.

Si el dinero no se puede incrementar a sí mismo, hay cosas que sí puede comprar y que lógicamente producirán desarrollos.

Por ejemplo, yo aparto $5,000.00 para comprar una granja, o animales, semillas, árboles o maquinaria. Con trabajo inteligente lograré que estas cosas produzcan otras.

Los $5,000.00 fueron una inversión. Por sí mismos no hubieran producido nada, pero gracias a ese dinero fui capaz de obtener lo necesario para producir algo más.

Supongamos que no cuento con esta cantidad, pero mi vecino sí y no la necesita durante las siguientes semanas así que me la presta. Considero propio mostrarle mi agradecimiento permitiéndole tener una pequeña parte de los productos que generaré gracias al capital productivo que obtuve.

Es mi trabajo lo que hace que este capital sea útil. Pero el capital por sí mismo representa trabajo acumulado. Ahora somos entonces dos cuyas actividades – pasadas para él, presentes para mí –propiciarán la aparición de la producción. El hecho de que él haya esperado para poder reclamar su parte de la producción con el dinero que recibió como recompensa por su trabajo me permitió a mí obtener los medios de producción que de otro modo no habría podido lograr.

Por tanto, somos capaces de dividirnos los frutos de esta colaboración entre ambos. Sólo queda por determinar, mediante un acuerdo y de manera equitativa, la parte de la producción que es debida al capital.

Lo que mi prestamista obtendrá en este caso es, estrictamente hablando, un dividendo (dividimos los frutos de la producción).

El dividendo es perfectamente justificable cuando la producción es fructífera.

Esta no es exactamente la idea a la que uno normalmente asocia la palabra "interés". El interés es un reclamo hecho por el dinero, únicamente en función del tiempo e independientemente de los resultados del préstamo.

Pedro por ejemplo tiene $1,000.00 que invierte en bonos federales, provinciales o municipales. Si compró bonos a 4% de interés, deberá obtener $40.00 por año, tan cierto como que la tierra gira alrededor del sol durante este mismo lapso de tiempo. Aún si el capital es utilizado sin utilidad alguna, debo obtener sus $40.00. Ese es el interés.

No hay nada que justifique este reclamo, pero ya se ha vuelto costumbre. No se basa en ningún principio.

Pero sí hay justificación para el dividendo, dado que está subordinado al crecimiento de la producción. No hay justificación para el interés en sí mismo pues está disociado de la realidad, está basado en la idea errónea de la generación periódica y natural de dinero.

Inversiones indirectas

En la práctica, quien trae dinero a una institución bancaria, indirectamente lo pone en la industria productiva. Los bancos son prestamistas profesionales y el depositante les pasa su dinero porque son capaces de cuidarlo por él y manejarlo mucho mejor. 

El pequeño interés que el banco le acredita al depositario de vez en cuando, aún a tasas fijas, es, de hecho, un dividendo, una parte del ingreso que el banco obtiene a partir de actividades productivas, con la ayuda de los prestatarios.

Inversiones anónimas

De paso, digamos algo sobre la moralidad de las inversiones.

Mucha gente no se preocupa en lo más mínimo con respecto a la utilidad o nocividad de las actividades que su dinero financiarán. En la medida en que produzca utilidades, dicen que está bien. Y mientras más utilidades, mejor la inversión.

Un pagano no razonaría de diferente modo.

Si el propietario de una casa no tiene el derecho de rentarla como burdel, aunque esto le representara grandes utilidades, el ahorrador no tiene más derecho de colocar sus ahorros en empresas dedicadas a arruinar las almas, aunque dichas empresas les llenarán sus bolsillos de dinero.

Sería preferible para el banco y el empresario estar disociados. La pequeña industria de antes era mucho más sólida y sana : el financiero y el empresario eran la misma persona. El abarrotero de la esquina se encuentra en la misma situación. Las cadenas comerciales no. Las cooperativas, asociaciones de gente, guardan la relación entre el uso del dinero y su dueño y tienen la ventaja de hacer posibles empresas que excedan los recursos de un solo individuo.

En el caso de las compañías con acciones en el mercado, el dinero viene sin su propietario. Este es un mal generalizado. Ya hemos explicado en otros artículos la forma en que este problema puede ser gradualmente resuelto al introducir la propiedad corporativa en la gran industria. Los miembros de la industria se convertirían poco a poco en sus propietarios sin daño alguno para los intereses adquiridos. Pero para ello se requeriría de un sistema de Crédito Social.

El crecimiento del dinero

Regresemos al inicio de la pregunta : ¿debe el dinero reclamar interés ? Y nos inclinamos a responder : el dinero debe reclamar dividendos cuando da frutos. No de otro modo.

Con los contratos no sucede nada diferente, si el granjero debe pagar intereses, aunque no reciba la cosecha de ese año, si los granjeros del occidente de Canadá deben cubrir obligaciones al 7%, cuando los financieros que dirigen al mundo provocan la caída de los precios a un tercio de lo que estaban antes, esto no cambia nada del principio.

Simplemente prueba que se ha sustituido la realidad por el engaño.

Pero si el dinero puede reclamar dividendos cuando hay un incremento en la producción, este aumento debe crear automáticamente un incremento en el dinero. De otro modo, aunque el dividendo sea perfectamente justificable, sería imposible su distribución sin afectar a la gente de quien se ha tomado.

Estaba diciendo en las líneas anteriores que, gracias a los $5,000.00 que me permitieron comprar lo necesario para incrementar mi producción, el prestamista tiene derecho a reclamar su parte de mis buenos resultados. Esto es muy fácil de hacer si le permito tener una parte de mi producción. Pero si lo que tengo que darle es dinero, entonces las cosas cambian. Si no hay incremento en el dinero del público, mi gran producción crea un problema : mayor oferta de bienes, pero sin dinero suficiente para comprarlos. Tendría éxito si desplazara a otro comerciante, pero entonces él sería la víctima.

Alguien me dirá que los $5,000.00 han contribuido al incremento del dinero en circulación. Así es, pero debo regresar ese dinero, más lo que yo llamo un dividendo y otros llaman interés.

Entonces el problema no está arreglado. Y en nuestro sistema económico no lo estará. Para que el dinero aumente, es necesario que el banco – el único lugar donde el nuevo dinero es creado – le preste a alguien más. Pero al hacer esto, exige un pago que también será incrementado y seguirá creciendo la bola de nieve.

El sistema de Crédito Social solucionaría este problema al arreglar muchos otros.

El dividendo es algo legítimo, normal y lógico, pero el sistema actual no permite hacerlo sin perjudicar a alguien más.

Indudablemente esta es la razón para censurar a los dividendos. Si no, basta darse cuenta del clamor de los comunistas y socialistas contra los dividendos, más nunca contra el interés. Todavía no cabe en sus mentes el denunciar la raíz del mal : la creación del dinero por instituciones privadas que lo prestan desde su mera emisión con interés.

Dos horrores

El primero es un horror indescriptible. Una sociedad organizada, con trabajo de los hombres, con el progreso de la ciencia, con riqueza, pero que no puede acceder a esa riqueza y talentos ya que son instituciones privadas quienes crean el dinero basados en esta riqueza y se apropian de este dado que, no permiten que circule sin prestarlo con interés.

El otro horror es el de los gobiernos que recurren a los préstamos para uso público. ¿Dónde está la soberanía del gobierno que no tiene el derecho de crear fondos cuando la producción incrementada requiere de un incremento de dinero ?

Y a este horror, nuestro Gobierno Federal añade otra inmoralidad, a través de los bonos Victoria, prometiendo un interés sobre capital que no produce ni una brizna de pasto.

Invirtamos un billón de dólares en cañones, bombas y cualquier cosa de este tipo y corramos tras los frutos de esta producción para distribuirlos como dividendos a los prestamistas. Estos frutos son cerebros destrozados, cuerpos mutilados, ruinas, lágrimas, sangre, odio, que uno debe, lógicamente, ofrecer como interés a quienes se suscriben a los bonos Victoria ya que estos frutos son el producto de sus inversiones.

En cuanto al pago del capital, un gobierno que no reconoce que tiene el derecho de crear su propio dinero, debería ser lo suficientemente honesto para decirle a los compradores de los bonos : pongan su dinero, regresará a ustedes en forma de sueldos y salarios por su trabajo en la industria de guerra, después lo tomaré de sus bolsillos, poco a poco, para ponerlo nuevamente en sus manos como pago por sus préstamos.