Somos la primera generación en la Historia con recursos en abundancia para acabar con el hambre en el mundo

Mil cien millones de personas en el mundo viven con menos de un dólar por día, de ellas el 70% son mujeres, más de la mitad niños y más de un tercio vive en África y América Latina.  Estas cifras asustan con sólo leerlas, y ante esta realidad hacemos un llamado a conocer la solución a este drama social. Le invitamos a que ponga un rostro tras cada número de personas, reflexionemos sobre nuestra actitud ante dicha situación. 

La cuestión de la pobreza no es sólo un tema político, es también un tema moral y religioso que nos invita constantemente a buscar soluciones, a reaccionar de manera proactiva ante miles y miles de personas que se encuentran en pobreza extrema. 

Cuántos niños se van por las mañanas a la escuela sin haber desayunado, por falta de recursos; o pensemos en las familias que han sido separadas por la migración forzada, familias enteras que buscan un nuevo futuro para sus hijos y mueren a manos de la miseria; otra consecuencia de la pobreza es el aumento en la delincuencia juvenil; familias desunidas, niños en la calle, empresas familiares en bancarrota, falta de empleo, suicidios…

A través de la historia muchos han sido los Papas que han hecho un llamado de justicia, un llamado a buscar un cambio en el sistema económico actual que impera, que sólo enriquece a unos cuantos, mientras el resto se sigue sumiendo en la desesperanza. 

La Iglesia no es indiferente a los problemas que ponen en peligro la salvación de las almas, como el hambre y el endeudamiento mundial. Especialmente desde el Papa León XIII, y su encíclica de 1891, Rerum Novarum (Hacia las cosas nuevas), la Iglesia nos ha dado un conjunto de principios que hemos llegado a conocer como "Doctrina Social de la Iglesia". Entre sus muchos objetivos, la Doctrina Social exige reformas del sistema financiero, para que se ponga al servicio del ser humano. La aplicación de estos principios sería de gran ayuda a las naciones que combaten la miseria.

En su artículo "León XIII y la cuestión social "Teodoro LÓPEZ, nos dice sobre los cambios que afectan la economía del mundo: A través de la historia, la sociedad ha experimentado profundos cambios que afectan progresivamente al ámbito científico, político, económico, social, convulsionando toda la vida social bajo el influjo de las ideologías dominantes. El resultado de tales cambios se nota en primer lugar en el campo político y ha traído consigo una nueva concepción de la sociedad y del Estado, y, a su vez, una nueva concepción de la autoridad, que choca claramente con una secular tradición cristiana. Doctrina cristiana que durante siglos había sido referente indiscutible de la organización de la vida social, de una sociedad que ahora se extingue y es sustituida por otra muy distinta, que promete nuevas libertades, pero que más bien nos arroja hacía nuevas injusticias y nuevas formas de esclavitud.

"En definitiva, la mejora de las condiciones de la vida social, la solución de los problemas que plantea la presencia de la injusticia, se presenta en todo caso como una tarea moral permanente. La solución exige una llamada a la responsabilidad personal de los individuos y de las instituciones. La teología del pecado original y de la Redención aportan, pues, a la solución de los problemas de la sociedad un realismo que siempre, sobre todo a partir de León XIII, ha guiado la enseñanza de la moral social cristiana". Teodoro López

Juan Pablo II nos interpela; "Como sociedad democrática, vean cuidadosamente todo lo que está pasando en este poderoso mundo del dinero. El mundo de las finanzas es también un mundo humano, nuestro mundo, sometido a la conciencia de todos nosotros, de ahí la necesidad de la existencia de principios éticos. Por tanto, vean especialmente cómo pueden contribuir a la paz mundial con su economía y con sus bancos y no contribuir –quizás de manera indirecta- a la guerra y a la injusticia" Suiza 14 de junio de 1984.

El Papa Francisco nos recuerda a este propósito: "Los tiempos nos hablan de mucha pobreza en el mundo, y esto es un escándalo. La pobreza del mundo es un escándalo. En un mundo donde hay tantas, tantas riquezas, tantos recursos para dar de comer a todos, no se puede entender cómo hay tantos niños hambrientos, que haya tantos niños sin educación, ¡tantos pobres! La pobreza, hoy, es un grito". (Papa Francisco, Diálogo con los estudiantes de las escuelas de los jesuitas — Preguntas y respuestas, 7 de junio de 2013)

¿Es posible el diálogo entre la ética y la economía? 

Debemos plantearnos esta interrogante, ya que para muchos es únicamente una cuestión para ser analizada en los altos ámbitos académicos. Para otros, en cambio, para quienes la persona humana es el centro de la preocupación, se trata de una de las exigencias vitales, que el mundo nos está planteando. Este diálogo es de suma urgencia y deberá darse con una apertura incondicional a la verdad. Porque recordemos que: "La verdad que no se proclama no sirve a su propósito". La verdad es el arma contra toda injusticia. 

Estos hechos nos deben comprometer a ser testigos de la verdad por vocación y exigencia radical. "Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres" Jn 8, 31-32

La miseria universal nos debe cuestionar; si estamos siendo coherentes con nuestra fe. Juan Pablo II nos exhortaba a cambiar el corazón del hombre a través de una "Nueva Evangelización" para así colaborar en cambiar "las estructuras de pecado".

Juan Pablo II nos dice: "es acertado que hoy se preste atención a la dimensión social del pecado. Pero sería peligroso que el concepto de'pecado colectivo'llegara a cegar la responsabilidad moral, propia y personal de cada uno de nosotros". El pecado es un acto personal. Pero nosotros tenemos una responsabilidad en los pecados cometidos por otros cuando cooperamos a ellos: participamos directa y voluntariamente, ordenándolos, aconsejándolos, alabándolos, aprobándolos, no revelándolos, no impidiéndolos cuando se tiene obligación de hacerlo o protegiendo a los que hacen el mal.

Así el pecado convierte a los hombres en cómplices unos de otros, hace reinar entre ellos la concupiscencia, la violencia y la injusticia. Los pecados provocan situaciones sociales contrarias a la Voluntad Divina. Las'estructuras de pecado'son expresión y efecto de los pecados personales. Inducen a sus víctimas a cometer a su vez el mal. En un sentido analógico constituyen un pecado social, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica en sus numerales: 1846-1869. 

"En el Evangelio leemos la parábola del Buen Samaritano, que habla de un hombre asaltado por bandidos y abandonado medio muerto al borde del camino. La gente pasa, mira y no se para, continúa indiferente el camino: no es asunto suyo. No se dejen robar la esperanza. Cuántas veces decimos: no es mi problema. Cuántas veces miramos a otra parte y hacemos como si no vemos. Sólo un samaritano, un desconocido, ve, se detiene, lo levanta, le tiende la mano y lo cura (cf. Lc 10, 29-35). Papa Francisco, Discurso en el Hospital San Francisco de Asís de la Providencia, 24 de julio de 2013

Es necesario, por tanto, entablar un diálogo que permita hacer entrar en el análisis económico la consideración ética en "Esta Era de Abundancia", donde millones de nuestros hermanos mueren literalmente de hambre. 

Hoy como nos decía Juan Pablo II en Centesimus annus, es la situación de millones y millones de pobres cuya suerte no es mucho mejor que la de los proletarios de 1891, sujetos a un yugo servil. 

Estamos en el año 2023 y la pobreza sigue aumentando, aún después del auge de la revolución industrial, donde se suponía el progreso iba a mejorar la calidad de vida del hombre. 

Ahora bien, ¿Cómo no pensar también en la violencia contra la vida de millones de seres humanos, especialmente niños, forzados a la miseria, a la desnutrición, y al hambre, a causa de una inmoral y perversa mala distribución de las riquezas entre los pueblos? 

La Doctrina Social de la Iglesia ha querido ser un diálogo con el mundo, llamando a "los fieles laicos y a todo hombre de buena voluntad, a quienes, por propia vocación cristiana, busca el Reino de Dios. 

Los Peregrinos de san Miguel, desean ofrecer al lector, una aplicación sencilla y práctica de la Doctrina Social de la Iglesia en economía. En efecto, la vocación de los Peregrinos de san Miguel Arcángel y del Instituto Louis Even para la Justicia Social, ambos nacidos del carisma de su fundador, es la de investigar, enseñar y divulgar la aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia a través de las enseñanzas de la Democracia Económica, en diálogo con la historia, la sociedad, la cultura y la economía de cada época, así como es también su objetivo estar al servicio del hombre.