El debate sobre la forma de referirse globalmente a los países americanos de habla española y portuguesa no es nuevo, y tampoco es inocente ni ideológicamente neutro. Un estudioso argentino ha sacado a la luz datos interesantes sobre la evolución del término Latinoamérica.

Muchos desconocedores de nuestra historia se dejan llamar latinos o se dicen latinoamericanos, pero lo hacen por ignorancia.

Desde algunos círculos de poder se pretende desvirtuar las nuevas investigaciones que ponen en evidencia al origen de la denominación "América Latina" o "Latinoamérica", rechazada por gran parte de los habitantes de la región. Casi de manera infantil o tomando por tontos a los suramericanos, se le adjudica la creación de dicha expresión al chileno Francisco Bilbao. Esto se hace para que la responsabilidad recaiga sobre un nacido en suelo americano, desligando a sus verdaderos creadores de toda participación. Hay personas interesadas en que no se conozca la verdad, y también hay otras dispuestas a llevar adelante las investigaciones, en defensa de las legítimas identidades culturales que pujan por existir.

Porque los términos no son neutros

Detrás de cada denominación que se le da al Nuevo Mundo hay una visión del mundo.

¿Hispanoamérica, Iberoamérica o Latinoamérica? Aparentemente es sólo una cuestión de nombres, aunque incluso un análisis superficial de quién usa cuál permite desvelar una clara trascendencia ideológica en la elección. En España, por ejemplo, el término Latinoamérica es el empleado casi con exclusividad por los medios de comunicación de la izquierda, y ha terminado por impregnar también a los de la derecha.

Es conocido que la aventura francesa en México, con el respaldo de Napoleón III a Maximiliano de Austria para gobernar el denominado Segundo Imperio Mexicano (1863-1867), dio inicio a una campaña sostenida desde París para dejar huella cultural en un continente donde apenas la tenía. Y ya entonces comenzó a emplearse la palabra "latino/a" para designar una herencia genérica que el Centro y el Sur de América habrían recibido de Europa de manera indistinta, menoscabando así el papel histórico de España y Portugal en el continente.

¿Como llamar al continente que descubrieron, conquistaron liberándolo, y colonizaron evangelizándolo, los españoles a finales del siglo XV?

Como indica Rojas Mix, ninguno de los nombres que se le asignan resultan gratuitos o inocentes. 

Un investigador argentino, Mariano García Barace, ha profundizado más en los orígenes y trayectoria del término América Latina. En su última publicación al respecto (Posición Iberoamericana), sostiene que el concepto "Amérique Latine" fue acuñado por la masonería francesa y era prácticamente desconocido en Iberoamérica hasta que empezaron a usarlo las logias del Río de la Plata, muy a finales del siglo XIX. "Es una denominación que se nos ha puesto desde fuera y que distorsiona nuestra verdadera identidad", afirma.

Su rastreo de los orígenes de esta "rareza idiomática" le lleva hasta el Congreso Científico Latino Americano celebrado en Buenos Aires en abril de 1898. Pese a la denominación del evento, ninguno de los intervinientes, ni los científicos ni los políticos, lo usaron, en beneficio de los clásicos "Hispanoamérica", "Iberoamérica", "Suramérica" o, sencillamente, "América". Y señala como hecho curioso que el único representante no suramericano, el de México, era un ingeniero italiano residente en Buenos Aires... y hermano de un patriota garibaldino, Ernesto Teodoro Moneta, Premio Nobel de la Paz en 1907. La causa garibaldina fue el mayor vivero de la masonería en Italia durante la batalla por la unidad del país, lograda en 1870.

Algunos nombres recuerdan unas raíces culturales y un alma comunes en la que prevalecen las expresiones de plenitud espiritual y de unidad dentro de libertad, otros esconden deseos de hegemonía o resabios de políticas colonialistas y son la expresión del engaño a pueblos a los que se les augura engañosamente un futuro mejor.

Todos los nombres tienen una fuerte carga ideológica que revela la identidad que se le quiere asignar al nuevo continente para integrarlo de acuerdo a cosmovisiones opuestas.

El término "América Latina" surge en el ambiente parisino y dentro del contexto de la ideología de la Latinidad, y es impulsado por los intereses galos. Así, en los años setenta del siglo XIX ya se edita en París un periódico literario, comercial e industrial titulado "La América Latina".

La latinidad es una ideología, pero también dentro de las concepciones geopolíticas de la época un plan de acción para justificar las aspiraciones de Francia respecto a los "Territoires d´Outre Mer" y legitimar la política expansionista de Napoleón III. Su principal ideólogo fue Michel Chevalier.

Chevalier era un político y economista francés, sansimoniano en su juventud y luego liberal (foto)

El latinismo y los intereses económicos e ideológicos de Francia están estrechamente ligados. Además Napoleón III estaba convencido de que, a través de él, se podía realizar el ideal sansimoniano, cuyo credo admiraba el emperador, porque no eliminaba las desigualdades pero permitía explotar las riquezas americanas en provecho de Francia (como claramente lo expresa en carta que escribe al general Forey el 31 de Julio de 1862).

A pesar de que en sus orígenes el término también tenía un contenido diferenciador del anglosajonismo, a partir de finales del siglo XIX, y en adelante, el término es asumido por los Estados Unidos, como fórmula para eliminar el de Hispanoamérica, con la connotación de una cosmovisión católica que conlleva y facilita la política panamericanista que favorece a sus intereses y los de las multinacionales. Y así es Woodrow Wilson el primero en utilizarla oficialmente. Desde entonces la idea se potencia, circula y se difunde hasta adquirir su prevalencia a partir de finales de los años cincuenta.

"While these countries remain Catholic, we will not be able to dominate them" "Mientras esos países permanezcan católicos seremos incapaces de dominarlos" sostuvo Teodoro Roosevelt, presidente de los EEUU.

Por otro lado el concepto de América Latina y por las mismas razones de hacer olvidar el concepto de Hispanidad que es la cristiandad plasmada en el Nuevo Mundo, se afirma en la esfera "intelectual" y cultural liberal y marxista, particularmente en el pensamiento filosófico y antropológico.

Sucede lo mismo en los organismos económicos que sirven a las diversas internacionales como la CEPAL, la ALALC (Asociación Latinoamericana para el libre comercio), la ALADI (Asociación Latinoamericana de integración, la SELA (Sistema económico Latinoamericano), etc...Así como los revolucionarios socialistas como Mariategui, Castro o Allende hablan de Latinoamérica.

Tanto liberales como socialistas emplean el termino Latinoamérica para denominar a Hispanoamérica

Los estudios de García Barace detectan una influencia mínima del término Latin America (ya en inglés) en los países suramericanos antes de la creación de la ONU. Hasta entonces, lo usaban alguna vez los despachos de la agencia United Press, y casi siempre para referirse a la política exterior de Estados Unidos o a asuntos de la misma ONU.

Sólo a partir de 1947 empieza a escucharse a personalidades de países iberoamericanos referirse a su realidad continental como "repúblicas latinoamericanas", o expresiones similares. Según García Barace, "muy poco pudieron hacer nuestros representantes diplomáticos para defender la identidad cultural de la región ante los funcionarios norteamericanos y británicos que conducían la ONU en sus primeros años". 

Luego ya todo sería una bola de nieve, que con tan potente foco de difusión acabó consagrando la palabra incluso en los países que le habían sido tan reticentes. Su uso generalizado por la prensa de Estados Unidos, Reino Unido y Francia acabó imponiendo la denominación a todos los organismos internacionales que afectaran a ese área del planeta, a raíz de la creación de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de la ONU.

Su secretario durante trece años (1950-1963) fue el argentino Raúl Prebisch, "uno de los hombres que más hizo para difundir la denominación Latin America", según García Barace, y muy vinculado "con los capitales británicos del Río de la Plata". En 1983 Prebisch se convirtió en un estrecho colaborador del recientemente fallecido presidente argentino Raúl Alfonsín, reconocido miembro de la masonería.

Podemos recordar las palabras del chileno Jaime Eyzaguirre: "el término Indoamérica sustituye el factor común cristiano y occidental de nuestra cultura común por una deificación racista y que se despliega ciegamente en bajos estratos de la biología para rechazar todo contacto con el espíritu universal, la otra denominación de Latinoamérica... disfraza malamente el propósito de diluir el nombre español en una familia genérica de que daría cabida preponderante a otras naciones" ("Hispanoamérica del dolor", Santiago de Chile, 1968)

Y el mejicano José Vasconcelos nos indica cómo el sajonismo, cuyo dominio propugna el panamericanismo, busca el dominio exclusivo de los blancos mientras que la hispanidad encuentra su misión en la formación de una nueva raza: la raza síntesis, la raza cósmica (Obras completas, Méjico 1958)

Por ello y con Gabriela Mistral, para evitar las intromisiones imperialistas del panamericanismo y las degradantes de la dignidad humana del relativismo liberal y del marxismo "dirijamos toda la actividad como una flecha hacia este futuro ineludible: La América Española una, unificada por dos cosas estupendas: la lengua que le dio Dios y el dolor que da el Norte" (Recados para América).

Y ésto no es Latinoamérica sino Hispanoamérica

En la Iglesia, los Papas usan en sus discursos y escritos personales de manera reiterada el término Hispanoamérica, al contrario de lo que hace la institución burocrática del Vaticano, que emplea en sus documentos, organizaciones y dicasterios la denominación Latinoamérica.

El "Diccionario panhispánico de dudas" (Santillana, Madrid 2005, 848 págs.), editado conjuntamente por la Real Academia Española y por la Asociación de Academias de la Lengua Española (de 22 naciones) dice lo siguiente: Para referirse exclusivamente a los países de lengua española es más propio usar el término específico Hispanoamérica o, si se incluye Brasil, país de habla portuguesa, el término Iberoamérica". 

Y añado una ironía que dijo Torcuato Luca de Tena. "Si un día juegan un partido de fútbol Italia y Perú, los futbolistas latinos serán los peruanos".