Los fines de la economía

Cuando se habla de economía, uno tiende a pensar en moderación, en ahorro. ¿No se nos ha dicho con frecuencia, "Ahorra tu dinero, ahorra tu fuerza" ? Somos claramente aconsejados al respecto : "Ahorra, no seas despilfarrador."

Sin embargo, nos enfrentamos igualmente con la siguiente reflexión : "he aquí una economía que no es realmente económica". Por ello, sin ser entrenados en las sutilezas del diccionario, la gente le da un mayor sentido a la palabra economía.

Por ejemplo, ¿no estudian las pequeñas de cuarto grado de educación primaria, la economía doméstica ? Ir de la economía doméstica a la economía política no es más que una cuestión de extensión.

La palabra economía proviene de dos raíces griegas : Oika, casa y nomos, regla. La economía trata, por tanto, sobre el buen manejo de una casa, del orden en el uso de los bienes de la casa.

Podemos definir la economía doméstica como el adecuado manejo de los asuntos caseros y la economía política como el buen manejo de los asuntos de nuestra gran casa que es la nación.

Pero, ¿por qué "buen manejo" ? ¿Cuándo podemos hablar de buen manejo en lo que concierne a nuestra casa o a nuestra nación ? Hablamos de buen manejo solo cuando alcanza su objetivo. Algo es bueno cuando logra los resultados para lo que fue creado.

Los fines de la economía

El hombre se enrola en diferentes actividades y persigue diferentes fines en diferentes órdenes y diferentes dominios. Existen, por ejemplo, actividades morales del hombre que tienen que ver con su progreso hacia su fin último. Las actividades culturales influyen en el desarrollo e incremento de su intelecto, así como en la formación de su carácter.

Participando en el beneficio de la sociedad, el hombre se enrola en actividades sociales.

Las actividades económicas tienen que ver con la riqueza temporal. En sus actividades económicas, el hombre busca la satisfacción de sus necesidades temporales.

La meta o el fin de las actividades económicas, es, por tanto, el uso de los bienes terrenos para satisfacer las necesidades temporales del hombre. Y la economía alcanza su fin cuando los bienes terrenos sirven a las necesidades humanas.

Las necesidades temporales del hombre son aquellas que le acompañan desde la cuna hasta la tumba. Algunas son esenciales, otras no son tan vitales.

El hambre, la sed, el mal tiempo, el cansancio, la enfermedad, la ignorancia, le crean al hombre la necesidad de alimentarse, de beber, de vestirse, de buscar refugio, de calentarse, de refrescarse, de descansar, de cuidar de su salud y de educarse a sí mismo. Todas estas son necesidades humanas.

La comida, la bebida, la ropa, el refugio, la madera, el carbón, el agua, la cama, los remedios, los libros de texto de los profesores en las escuelas, todos estos son factores que deben estar presentes para llenar dichas necesidades.

El unir los bienes con las necesidades, esta es la meta, el fin de la vida económica. Si esto se logra, la vida económica alcanza su objetivo. Si esto no se logra, o se alcanza solamente de manera incompleta o errónea, la vida económica fracasa en su objetivo o solo lo alcanza imperfectamente.

La meta es empatar los bienes con las necesidades y no únicamente el tenerlos cerca.

En términos directos, uno puede decir, por tanto, que la economía es buena, que alcanza su objetivo cuando es suficientemente bien regulada para que la comida entre al estómago hambriento, para que las ropas cubran los cuerpos, los zapatos los pies desnudos, para que el fuego caliente las casas en invierno, para que los enfermos reciban la visita del doctor, para que tanto maestro como alumnos se encuentren.

Este es el campo de la economía, un campo muy temporal. La economía tiene su propio fin : satisfacer las necesidades de los individuos. El hecho de comer cuando uno tiene hambre no es el fin del hombre, no, solo es un medio que ayuda a encaminarse al fin último.

Pero si la economía es solo un medio para alcanzar el fin último, si solo es un fin intermedio en el orden general, es sin embargo un medio fin de la economía misma.

Y cuando la economía alcanza su fin característico, cuando permite que los bienes se junten a las necesidades, es perfecta. Pero pidamos que sea así. Es la meta de la economía conseguir este perfecto fin.

Moral y economía

No le pidamos a la economía alcanzar un bien moral, ni a la moral alcanzar un bien económico. Esto sería tan descabellado como intentar ir de Montreal a Vancouver en el trasatlántico o de Nueva York a Francia en ferrocarril.

Un hombre que esté muriendo de hambre no calmará su hambre recitando el Rosario sino tomando alimento. Esto conlleva un orden. Es el Creador mismo quien lo dispuso de esta forma y vuelve a ello únicamente siguiendo el orden correcto, a través de un milagro. Solo El tiene derecho a romper este orden. Para saciar el hambre del hombre, es la economía la que debe intervenir y no la moral.

Y del mismo modo, un hombre con una conciencia sucia no podrá purificarla mediante una buena comida ni bebiendo en grandes proporciones. Lo que necesita es ir al confesionario.

Es aquí cuando le toca intervenir a la religión ; se trata de una actividad moral no de una económica.

No cabe duda que la moral debe acompañar todas las actividades del hombre, aún las de dominio económico. Pero la moral no reemplaza la economía. La guía en la elección de objetivos y supervisa la legitimidad de los medios, pero no lleva a cabo lo que le corresponde a la economía.

Por tanto, cuando la economía no alcanza su objetivo, cuando las mercancías permanecen en las tiendas o no son producidas y las necesidades continúan presentándose en los hogares, hay que buscar cuál es la causa en el orden económico.

Culpemos, desde luego, a los que desorganizan el orden económico, o a los que, teniendo la misión de gobernarlo, lo dejan en la anarquía. Al no llevar a cabo sus responsabilidades, son, ciertamente, moralmente responsables y caen bajo la sanción de la ética.

En efecto, si ambas cosas son realmente distintas, sucede, sin embargo, que ambas le conciernen al mismo hombre y si una es inmolada, la otra sufre por ello. El hombre tiene el deber moral de asegurarse que el orden económico, el orden social temporal, alcance su fin adecuado.

También, a pesar de que la economía es responsable sólo de la satisfacción de las necesidades temporales del hombre, la importancia de las correctas prácticas económicas ha sido una y otra vez resaltada por aquellos encargados de cuidar las almas, ya que normalmente sólo se requiere un mínimo de bienes temporales para motivar la práctica de la virtud.

El Papa Benedicto XV escribió :

"Es en el campo económico que la salvación de las almas está en riesgo."

Y Pío XI :

"Puede decirse con toda verdad que actualmente las condiciones de la vida social y económica son tales, que grandes multitudes de hombres pueden sólo con gran dificultad prestar atención a lo único que es verdaderamente necesario, luchar por su salvación." [Carta Encíclica Quadragesimo Anno, 15 de mayo de 1931).

El orden existe en todo : orden en la jerarquía de los fines, orden en la subordinación de los medios.

Es el mismo Papa quien dice en la misma encíclica :

"Este es el orden perfecto que predica la Iglesia con gran intensidad, y que la justa razón demanda : lo que coloca a Dios como el primero y fin supremo de toda actividad creada y ve todos los bienes creados como simples instrumentos bajo la supremacía de Dios, para ser utilizados únicamente en la medida en que ayuden a la obtención del sumo bien."

E inmediatamente después el Santo Padre añade :

"No hay que imaginarse que las ocupaciones remuneradas son empequeñecidas o disminuidas en consonancia con la dignidad humana. Al contrario, se nos enseña a reconocer y reverenciar en ellas la voluntad manifiesta de Dios Creador, quien colocó al hombre sobre la Tierra para trabajarla y utilizar sus varios medios para suplir sus necesidades."

El hombre es puesto en la Tierra por Su Creador y es de la Tierra de donde tiene que obtener lo necesario para satisfacer sus necesidades naturales. Él no tiene el derecho de acortar su vida al no contar con los bienes que Su Creador ha puesto en la Tierra para él.

El lograr que la Tierra, los bienes terrenales, sirvan para suplir todas las necesidades temporales de la humanidad, es el fin último de las actividades económicas del hombre : la adaptación de los bienes a sus necesidades.

Características de una economía humana

Dado que los hombres son, por naturaleza, seres que viven en sociedad, una economía humana auténtica debe ser social. Debe servir a todos los miembros de la sociedad.

Una organización económica que permitiera el uso de los bienes de la tierra para servir las necesidades de unos cuantos, dejando a otros en privación total, no sería ciertamente social y por lo tanto sería inhumana.

Si algunos miembros de la sociedad son prácticamente excluidos de los beneficios económicos de la sociedad y se les permite, a regañadientes, lo que es estrictamente necesario para prevenir una rebelión en su contra, siendo tratados más como enemigos que tienen que ser pacificados que como miembros de derecho, el sistema económico no es humano sino monstruoso. Esta es una sociedad económica de bestias.

En la selva, en la lucha por la vida, el fuerte gana y el débil desaparece. Tal ley es inadmisible entre la gente ya que se trata de seres sociales e inteligentes. La lucha por la vida entre los seres humanos no puede significar más que una lucha colectiva contra enemigos comunes : las bestias salvajes, la ignorancia, los elementos adversos. Una economía auténticamente humana debe basarse en la cooperación para la vida.

Por otro lado, los seres humanos, si son sociales, también son libres, y si una economía humana debe asegurar la satisfacción de las necesidades esenciales de todos los hombres, debe hacerlo sin entrometerse en el camino del libre desarrollo del ser humano.

La economía no debe violentar ni a la sociabilidad ni a la genuina soberanía. Una sociedad de hombres no es una manada. Una economía que establece las condiciones para el derecho a la vida mediante alistamiento, no es humana ya que va contra la naturaleza del hombre.

En la elección de los medios para enderezar una economía desordenada, deberemos escoger aquellos que respeten la libertad del hombre.

Jerarquía

Si el fin de la economía es temporal, es por tanto también un fin social que tiene que alcanzarse socialmente. Si tiene que satisfacer las necesidades temporales del hombre, debe satisfacer las necesidades temporales de TODOS los hombres.

Esto aplica a todos los niveles de la jerarquía social, de acuerdo a las jurisdicciones respectivas.

Si concierne a la familia, la economía doméstica debe buscar la satisfacción de las necesidades de todos los miembros de la familia.

Pasando a la economía provincial, debe buscar, dentro de la correspondiente jurisdicción, la satisfacción de las necesidades temporales de todos sus habitantes.

De igual modo con la economía federal, debe satisfacer las necesidades humanas dentro de la jurisdicción federal.

Englobando a la economía mundial, es importante la existencia de algunos organismos que sirvan de conexión entre las naciones, un organismo respetuoso de la autonomía de las partes constituyentes para orientar la economía mundial hacia la satisfacción de las necesidades temporales de todos los hombres. La Tierra fue creada para toda la humanidad.

Pero la buena organización de una sociedad que asegure la satisfacción de los bienes temporales de TODOS, solo es alcanzada eficiente y completamente dentro del círculo de niveles inferiores, organismos en contacto más inmediato con los individuos.

Por tanto, en vez de sustituirse a sí mismo por la familia, para ayudar a los indigentes, el Estado debería ser más inteligente para legislar y organizar el orden económico de tal modo que la familia pueda responder por sí misma, tan perfectamente como sea posible, a todas las necesidades de los miembros que la componen.

Por ello, en vez de reemplazar a la provincia, bajo pretexto de que la hacienda estatal o provincial está en quiebra e incapaz de proveer las necesidades inmediatas, el Gobierno Federal estaría más en orden si los estados tuvieran los medios económicos de acuerdo a su riqueza.

Esta es la filosofía del Crédito Social. Es, al mismo tiempo, más democrática. El Crédito Social descentraliza el sistema financiero. La centralización, el control del estado son la negación de la verdad.

El fin social y muy humano del organismo económico está resumido en este párrafo de Quadragesimo Anno :

"El organismo social y económico será firmemente establecido y logrará su meta, cuando le asegure a todos y cada uno los bienes que le corresponden a través de la riqueza y los recursos naturales, los avances tecnológicos y la organización social de los asuntos económicos."

A TODOS y CADA UNO deben asegurárseles todos los bienes que la naturaleza y la industria pueden proveer.

El fin de la economía es, por tanto, la satisfacción de TODAS las necesidades de los consumidores. El fin es el consumo ; la producción es únicamente un medio.

El hacer que la economía detenga la producción, es invalidarla. El pedir de ella la satisfacción de las necesidades de tan solo una porción de la sociedad, cuando los bienes atiborran los almacenes, es irracional e inhumano.

El abandonar la economía a fuerzas amenazantes o conflictivas es someterse penosamente y entregar a la gente a las fauces de los más fuertes.