Es como si el cobrador de boletos en un tren le dijera a quienes quieren subir: «¡No pueden subir, ya no tene mos boletos!» … aunque todos los asientos del tren estén vacíos.
Hay que ajustar el símbolo a la realidad: emitir tantos boletos como asientos disponibles.
Es como si una señora que llega en mayo a la oficina postal para comprar una estampilla se encontrara con esta respuesta del empleado:
«Lo siento, señora, ya no tenemos estampillas, alcanzamos nuestro cupo anual. ¡Vuelva el próximo año!»