El progreso como cooperación al desarrollo

El Mercado

En este momento preciso, los aparatos electrónicos y o digitales de radio o televisión, de computación, instalados en sus casas, les transmiten mensajes, imágenes y sonido. Esos aparatos electrónicos, ustedes no los fabricaron, sino que los compraron. ¿No es así? Echen una mirada alrededor de lo que hay en su casa: tal vez un piano, una corbata, una cama o un tenedor, una computadora, son objetos comprados. Si se trata de un regalo, el que se lo dio a usted, primero tuvo que comprarlo.

A menos que usted sea agricultor, los alimentos que están sobre su mesa o en su alacena, también tuvieron que ser comprados. Hasta el campesino tiene sobre su mesa cosas que ha comprado aunque sea la sal y la pimienta; y también compró los instrumentos de labranza que le permiten producir lo que tiene sobre su mesa y lo que él ofrece en el mercado.

Esta es la vida moderna. Se trabaja para hacer productos o contenedores de productos, que no son para su casa. Son para llevarlos al gran mercado nacional o internacional.

Luego, todos vamos a este mercado para escoger lo que nos conviene. Escoger - en la medida que cada uno posea el medio (el dinero) para poder escoger -. Porque los productos no se los regalan; se los venden. Éstos están marcados con un precio ya sea en dólares u otra medida monetaria (según la moneda del país). Para poder obtener un producto, hace falta poseer lo equivalente en dinero. Si usted tiene dólares, usted tiene cierta libertad en la elección. Y si no tiene dinero, entonces no puede de ningún modo escoger nada; tiene que vivir de la caridad de los otros.

Precio y poder de compra

Esto quiere decir que nuestro nivel de vida depende de dos cosas:

1) de la existencia de productos a nuestro alcance, y

2) de la existencia del poder de compra en nuestros bolsillos.

La existencia de productos a nuestro alcance – ya sea en los almacenes o en las bodegas – no es ya un problema hoy en día. Los productos van y vienen, excepto, quizás, en tiempo de guerra, cuando se paraliza deliberadamente la producción de cosas útiles para la vida para así activar la producción de cosas para la muerte.

Pero, si los productos están a nuestro alcance y son abundantes, el poder de compra en nuestros bolsillos, ­el dinero,­ llega a nuestras billeteras a una velocidad mucho más moderada. La prueba es que las billeteras se vacían a menudo y los almacenes no se vacían nunca completamente. Los productos entran más rápido en el almacén que los dólares en nuestras billeteras.

Cifras-precio y cifras-dinero

Sobre cada producto hay un precio. Y ¿qué es el precio? Observando con atención nos damos cuenta que son sólo cifras. Y el dinero (papel moneda) en sus bolsillos, claro cuando uno dispone de el, ¿qué es? Igualmente son cifras. Si tomamos billetes de uno, cinco o diez dólares, nos percatamos de que son rectángulos de papel. Por ejemplo: pueden medir doce centímetros de ancho por cinco de alto. Lo que diferencia a los billetes el uno del otro son las cifras que ahí están impresas. No es otra cosa. El de diez vale dos veces el de cinco, simplemente porque está impreso el número diez sobre el primero y el número cinco sobre el otro.

Si ustedes tienen una cuenta en cualquier institución financiera dicen: "Tengo dinero en el banco". Y ¿qué es este dinero en el banco? Si miramos nuestra cuenta en la computadora de la institución bancaria, o bien si nos fijamos en la libreta de ahorros que nos han dado, las cifras corresponden a las cantidades inscritas en la computadora de la institución financiera. ¿Qué ven ustedes? Cifras.

Cuando usted firma un cheque para pagarle a alguien, o cuando alguien firma un cheque para pagarle a usted, ¿qué es o que representa el valor del cheque? El monto en cifras que se encuentra escrito.

Si las cifras que conciernen a los precios y las cifras inscritas en los papeles moneda correspondieran, no habría  más problemas para comprar que el que hay para producir.

Pero no es este el caso. Y esto es el por qué los productos se acumulan. Los productos no llegan fácilmente a los hogares, donde se tiene necesidad de ellos. Falta el poder de compra a pesar de que los productos abundan. El poder de compra, es la relación entre las cifras que ustedes tienen en los billetes y las cifras que se ven sobre los productos. Y estas últimas cifras, nos dicen: "la vida es cara".

Cuando las cifras disminuyen o desaparecen dentro de nuestras carteras o billeteras, se dice: "el dinero escasea". No tenemos el dinero suficiente. Pero no por mucho decirlo, haremos que el dinero venga.

El caso de un menesteroso

Aquel personaje que no tiene suficiente dinero; a quien siempre le hace falta para cubrir sus necesidades, dice: "Soy pobre". Hoy en la actualidad son muchos los que dicen: "Somos pobres".

Supongamos que no hay gran cosa en su cartera. Diríjase usted a un supermercado o almacén cualquiera y hágalo al mismo tiempo que una persona con mucho dinero. ¿Qué es lo que ve? El rico compra con facilidad todos los productos que necesita. Se va con un cesto, o varios cestos bien llenos. ¿Se quedó vacío el supermercado o el almacén después de estas compras? Si usted no pudo llevarse lo que quería ¿fue tal ves, porque el rico tomó de tal manera, tantos productos que ya no quedan suficientes para usted? No, no es así. Es porque su cartera está demasiado raquítica. Si pusiéramos dinero en su cartera sin quitarle de la cartera del rico, ¿no le gustaría? ¿No prosperaría usted? ¡Y el vendedor también!

Un acuerdo a establecer

¡Ah! Me parece ver a unos distinguidos economistas encogerse de hombros y decir: Esas cifras, que se supone es dinero, no, eso no es así. ¿De que serviría el dinero sin productos?

Ciertamente, eso no serviría de nada, distinguido señor. Pero, ¿díganos, de que sirven los productos sin dinero al alcance de uno? Eso sólo sirve para crear desempleo, privaciones y frustraciones.

¡Pero si colocamos productos y dinero enfrente de las necesidades, he ahí lo que hará funcionar al sistema!

Sin duda que el dinero, al menos el dinero en cifras, no tiene que hacerse a manos llenas, sino inteligentemente, para que las cifras-precios y las cifras-dinero correspondan, y para que todo el mundo tenga cifras-dinero, al menos lo suficiente para poder vivir en un país donde hay ampliamente con qué vivir para todo el mundo.

Un mecanismo – El Crédito Social

Para que las cifras-precio y las cifras-dinero correspondan, existen dos maneras: bajar los precios o agrandar la cartera.

El Crédito Social haría las dos, sin dañar a nadie, adaptado para todo el mundo. Con el sistema financiero actual, es imposible bajar los precios sin dañar al productor; e imposible agrandar las carteras sin subir los precios.

Muchas veces vemos a obreros reclamar aumentos de sueldo. ¿Por qué? Porque su salario, que es una cifra-dinero, es demasiado pequeño respecto a las cifras-precios de los productos. Tienen razón de quejarse, ya que se quedan con necesidades insatisfechas delante de productos que se amontonan en los almacenes y bodegas.

Pero si los obreros obtuviesen un incremento en el salario, estas alzas de salarios estarían incluidas en los precios, y las cifras aumentarían. La diferencia está, entre las cifras de los precios y las cifras del dinero para comprar.

Hace falta aumentar el dinero para comprar, pero sin aumentar los precios. Para esto, hace falta que el dinero añadido venga de otra fuente diferente a la de salarios que proporciona la industria. Es esto lo que haría el Crédito Social. Es lo que se conoce con el nombre de "Dividendo". Un dividendo para todos, ya que no es un salario que compensa el trabajo.

Por otra parte, el Crédito Social tiene también un mecanismo monetario para bajar los precios, pero sin dañar al productor, porque compensaría al vendedor con lo que al comprador le haga falta para pagar.

La combinación de estos dos factores: la bajada de los precios y el dividendo, serían calculados de manera que se equilibren las cifras-dinero y las cifras-precios. Hacen falta los dos. Si no hubiera más que el dividendo, los precios podrían comenzar a subir, aunque el precio de fábrica fuera el mismo. Además, si sólo existiera la baja de precios, sin dividendo, esta baja de precios no serviría para gran cosa a las personas que no tienen ningún ingreso de ninguna clase.

Los frutos del progreso para todos

Cada vez más, los progresos tecnológicos permiten producir más con menos labor humana. Estos progresos, las nuevas invenciones, las aplicaciones científicas, los descubrimientos de nuevas fuentes de energía, la mayoría de trabajo realizado por computadores o robots, etc., - todas aquellas cosas no son la obra de uno solo, ni la obra de solamente algunos, ni siquiera es sólo la obra de la generación presente. Es un capital, un capital real, acumulado y transmitido de generación en generación. Es un bien de la comunidad humana que no tiene que beneficiar sólo a algunos. "Los descubrimientos del genio humano, escribe el Maestro Damien Jasmin, deben beneficiar al conjunto de la humanidad, y no solo a algunos privilegiados del destino o de la fortuna".

Cuando un capitalista invierte un capital de dinero en una empresa, si la empresa tiene suficientes ganancias, el capitalista saca de ella un dividendo, aunque él no haya trabajado en ella personalmente. Los empleados que trabajan en esta empresa cobran salarios, pero el capitalista cobra un dividendo; si este último trabaja también en la empresa, cobra a la vez un salario y un dividendo.

Y bien, el Crédito Social considera que el gran capital-progreso del cual acabamos de hablar –capital de la comunidad cada vez más productivo– tiene que rendir dividendos a todos, ya que todos los miembros de la sociedad son co-propietarios de ella. Los que no trabajan, sin embargo, continúan siendo co-propietarios de este capital de la comunidad y tienen el derecho de esperar de él un dividendo. Los que trabajan tienen también el derecho sobre este dividendo además de sus sueldos.

Actitud delante del progreso

Quienes persisten en decir que hace falta tener empleo para tener derecho a los productos puestos sobre el mercado están obligados a seguir contratando, mientras que el progreso despide personal. Como no pueden parar el progreso, procuran crear nuevas necesidades materiales innecesarias para crear nuevos empleos. Llevan así hacia el materialismo y consumismo. O bien, orientan hacia obras de guerra, hacia la guerra misma, que resulta el modo más eficaz de destruir la producción y de mantener ocupada a la gente.

Los que conocen el Crédito Social quieren poner el progreso al servicio de los hombres, liberar al hombre cada vez más de las preocupaciones materiales, permitiéndole aplicarse a otras funciones humanas que la mera función productiva.

El dividendo para todos y para cada uno, más que ser un reconocimiento de todos a un ingreso por un capital comunitario productivo, es también la fórmula más directa para realizar el derecho de cada persona a tener una parte de los bienes terrenos dados por Dios, derecho fundamental que el hombre tiene por su naturaleza propia de hombre, como lo subrayó tan bien el Papa Pío XII.