Somos la primera generación en la Historia con recursos en Abundancia para acabar con el hambre en el mundo

Le invitamos a que ponga un rostro tras cada número, porque las cifras asustan con sólo leerlas, y se corre el riesgo de quedar impermeabilizado ante el drama: mil cien millones de personas en el mundo viven con menos de un dólar o euro por día. De ellas el 70% son mujeres, más de la mitad niños y más de un tercio vive en África. Y ante esta realidad hacemos un llamado a conocer la solución a este drama.

Algunos opinan y es opinión bastante extendida, que la llamada cuestión social es solamente económica, siendo, por el contrario, totalmente cierto que la cuestión social es principalmente moral y religiosa. Y por esta razón debe solucionarse de acuerdo con las leyes de la moral y de la religión. León XIII, Rerum Novarum 

Juan Pablo II nos interpela; "! Como sociedad democrática, vean cuidadosamente todo lo que está pasando en este poderoso mundo del dinero! El mundo de las finanzas es también un mundo humano, nuestro mundo, sometido a la conciencia de todos nosotros, de ahí la necesidad de la existencia de principios éticos. Por tanto vean especialmente el que puedan contribuir a la paz mundial con su economía y con sus bancos y no contribuir –quizás de manera indirecta- a la guerra y a la injusticia" Suiza 14 de junio de 1984.

¿Es posible el diálogo entre la ética y la economía? 

Debemos plantearnos esta interrogante, ya que para muchos es únicamente una cuestión para ser analizada en los altos ámbitos académicos. Para otros, en cambio, para quienes la persona humana es el centro de la preocupación, se trata de una de las exigencias vitales, que el mundo nos está planteando. Este diálogo es de suma urgencia y deberá darse con una apertura incondicional a la verdad. Por que recordemos que: La verdad que no se proclama no sirve a su propósito. La verdad es el arma contra todos los compromisos y la injusticia. La verdad es la que saca a la luz al mal de la cubierta de la oscuridad. 

Estos hechos nos deben comprometer a ser testigos de la verdad por vocación y exigencia radical. 

La angustia de la miseria universal nos deberá a todos cuestionar si estamos siendo coherentes con nuestra fe. Juan Pablo II nos exhortaba a cambiar el corazón del hombre a través de una "Nueva Evangelización" para así colaborar en cambiar "las estructuras de pecado".

Ahora bien "es acertado nos dice Juan Pablo II, que hoy se preste atención a la dimensión social del pecado. Pero sería peligroso que el concepto de'pecado colectivo'llegara a ofuscar la responsabilidad moral, propia y personal de cada uno de nosotros". El pecado es un acto personal. Pero nosotros tenemos una responsabilidad en los pecados cometidos por otros cuando cooperamos a ellos: participamos directa y voluntariamente, ordenándolos, aconsejándolos, alabándolos, o aprobándolos, no revelándolos o no impidiéndolos cuando se tiene obligación de hacerlo o protegiendo a los que hacen el mal.

Así el pecado convierte a los hombres en cómplices unos de otros, hace reinar entre ellos la concupiscencia, la violencia y la injusticia. Los pecados provocan situaciones sociales e instituciones contrarias a la bondad divina. Las'estructuras de pecado'son expresión y efecto de los pecados personales. Inducen a sus víctimas a cometer a su vez el mal. En un sentido analógico constituyen un pecado social, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica en sus numerales: 1846-1869. 

Es necesario, por tanto, entablar un diálogo que permita hacer entrar en el análisis económico la consideración ética en "Esta Era de Abundancia", donde millones de nuestros hermanos mueren literalmente de hambre. Hoy como nos decía Juan Pablo II en Centesimus annus, es la situación de millones y millones de pobres cuya suerte no es mucho mejor que la de los proletarios de 1891, sujetos a un yugo servil.

¿Como no pensar también en la violencia contra la vida de millones de seres humanos, especialmente niños, forzados a la miseria, a la desnutrición, y al hambre, a causa de una inicua distribución de las riquezas entre los pueblos y las clases sociales? La Doctrina Social de la Iglesia ha querido ser un diálogo con el mundo, llamando a "los fieles laicos y a todo hombre de buena voluntad, a quienes pertenece por propia vocación buscar el reino de Dios, tratando y ordenando según Dios, los asuntos temporales, a cumplir su propio cometido. Viviendo en el siglo, es decir en todas y cada una de las actividades y profesiones y aplicar las enseñanzas de la Iglesia.

Para adentrarnos de manera provechosa y segura por los caminos que nos abre el trabajo misionero de más de 75 años de los Peregrinos de San Miguel Arcángel a través de esta publicación, que según varios Obispos aplica fielmente las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia, conviene saber que se lo deberá hacer de una manera sencilla, sin prejuicios preconcebidos, dando cabida a la acción del Espíritu, que en la sencillez de corazón y en la humildad se dirige a nosotros.

Se ofrece al lector, en esta sección una aplicación sencilla y práctica de la Doctrina Social de la Iglesia en economía. En efecto, pertenece a la vocación de los Peregrinos de San Miguel Arcángel y su Instituto Louis Even de Justicia Social, ambos nacidos del carisma de su fundador, la tarea de investigar, enseñar y divulgar la aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia a través de las enseñanzas de la Democracia Económica, en diálogo con la historia, la sociedad, la cultura y la economía de cada época, así como es también su objetivo estar al servicio del hombre.

Los Bienes al servicio de las necesidades

Moral y economía

No le pidamos a la economía alcanzar un bien moral, ni a la moral alcanzar un bien económico. Esto sería tan descabellado como intentar ir de Montreal a Vancouver en el trasatlántico o de Nueva York a Francia en ferrocarril.

Un hombre que esté muriendo de hambre no calmará su hambre recitando el Rosario sino tomando alimento. Esto conlleva un orden. Es el Creador mismo quien lo dispuso de esta forma y vuelve a ello únicamente siguiendo el orden correcto, a través de un milagro. Sólo El tiene derecho a romper este orden. Para saciar el hambre del hombre, es la economía quien debe de intervenir y no la moral.

Y del mismo modo, un hombre con una conciencia sucia no podrá purificarla mediante una buena comida ni ingiriendo copiosas libaciones. Lo que necesita es ir al confesionario.

Es aquí cuando le toca intervenir a la religión ya que se trata de una actividad moral no de una económica.

No cabe duda que la moral debe acompañar todas las actividades del hombre, aun las de dominio económico. Pero la moral no reemplaza la economía. La guía en la elección de objetivos y supervisa la legitimidad de los medios, pero no lleva a cabo lo que le corresponde a la economía.

Por tanto, cuando la economía no alcanza su objetivo, cuando las mercancías permanecen en las tiendas o no son producidas y las necesidades continúan presentándose en los hogares, hay que buscar cuál es la causa en el orden económico.

Culpemos, desde luego, a los que desorganizan el orden económico, o a los que, teniendo la misión de gobernarlo, lo dejan en la anarquía. Al no llevar a cabo sus responsabilidades, son, ciertamente, moralmente responsables y caen bajo la sanción de la ética.

En efecto, si ambas cosas son realmente distintas, sucede, sin embargo, que ambas le conciernen al mismo hombre y si una es inmolada, la otra sufre por ello. El hombre tiene el deber moral de asegurarse que el orden económico, el orden social temporal, alcance su fin último.

También, a pesar de que la economía es responsable sólo de la satisfacción de las necesidades temporales del hombre, la importancia de las correctas prácticas económicas han sido una y otra vez resaltadas por aquellos encargados de cuidar las almas ya que normalmente sólo se requiere un mínimo de bienes temporales para motivar la práctica de la virtud.

El Papa Benedicto XV escribió, "Es en el campo económico que la salvación de las almas está en riesgo."

Y Pío XI: "Puede ser dicho con toda verdad que actualmente las condiciones de la vida social y económica son tales, que grandes multitudes de hombres pueden únicamente con gran dificultad prestar atención a lo único que es verdaderamente necesario, luchar por su salvación." (Carta Encíclica Quadragesimo Anno, 15 de mayo de 1931).

El orden existe en todo – orden en la jerarquía de los fines, orden en la subordinación de los medios. Es el mismo Papa quien dice en la misma encíclica: "Este es el orden perfecto que predica la Iglesia con gran intensidad y que la justa razón demanda: lo que coloca a Dios como el primero y fin supremo de toda actividad creada y ve todos los bienes creados como meros instrumentos bajo la supremacía de Dios, para ser utilizados únicamente en la medida en que ayuden a la obtención del sumo bien."

E inmediatamente después el Santo Padre añade: "no hay que imaginarse que las ocupaciones remuneradas son empequeñecidas o disminuidas en consonancia con la dignidad humana. Al contrario, se nos enseña a reconocer y reverenciar en ellas la voluntad manifiesta de Dios Creador, quien colocó al hombre sobre la Tierra para trabajarla y utilizar sus  varios medios y así suplir sus necesidades."

El hombre es puesto en la Tierra por Su Creador y es de la Tierra de donde tiene que obtener lo necesario para satisfacer sus necesidades naturales. El no tiene el derecho de acortar su vida al no contar con los bienes que Su Creador ha puesto en la Tierra para él.

El lograr que la Tierra, los bienes terrenales, sirvan todas las necesidades temporales de la humanidad, es el fin último de las actividades económicas del hombre: la adaptación de los bienes a sus necesidades.

El verdadero objetivo de la economía es  hacer que se produzcan los bienes que la gente necesita, y que estos lleguen efectivamente a todos los que los requieran. El dinero, al que muchos identifican como la esencia, el motor y el objetivo de la economía, es en realidad sólo un medio. El valor del dinero se sustenta en la producción, a la cual el billete o la moneda solo simbolizan. El sistema financiero actual no está funcionando. La actual crisis económica global lo demuestra. Sin embargo, con el fin de conservar y acrecentar su poder, aquellos que lo controlan pretenden hacernos creer, entre otras cosas, que la causa de los problemas económicos que agobian al mundo se debe a que la población crece y los bienes producidos no alcanzan para tantos.

Pero la realidad es que en la mayoría de los países del mundo se está dando una sobreproducción que se queda en bodegas o es destruida, como sucede en algunos países de la Unión Europea, en los que se eliminan toneladas de alimento "excedente" destinando sólo una pequeña parte a naciones hambrientas ¿Por qué? Porque se cede al interés de un reducido grupo de financieros que controlan el dinero.


Algunos datos estremecedores

Casi mil cien millones de personas viven con menos de un dólar o euro al día. De ellas el 70% son mujeres, más de la mitad niños y más de un tercio (400 millones) vive en África. El 90% padece hambre crónica y morirán de desnutrición o de enfermedades relacionadas con ella.

En los países de renta baja, uno de cada diez niños muere antes de cumplir cinco años. En los países de renta alta, la cifra es de uno de cada 143.

El precio de los productos de primera necesidad  subirá un 50%. Los países más pobres pagarán de media un 56% más por la importación de cereales.

Un hogar afgano de tipo medio gasta el 45% de sus ingresos en alimentos. En 2006, sólo dedicaba el 11%.

(Fuentes: FAO, UNESCO Y ONU)