Mensaje a los sacerdotes

Benedicto XVI quiere sacerdotes « full time » y que no prediquen un cristianismo a la « carta »

Durante su encuentro con los párrocos de Roma el 11 de marzo de 2011, Benedicto XVI manifestó que quiere sacerdotes « full-time » y que no prediquen un cristianismo « a la carta ». Además: « Cura no se es a tiempo parcial; se es siempre, con toda el alma, con todo nuestro corazón », recordó.

El sacerdocio no es una profesión para llevar a cabo sólo una parte del día, sino una vocación full-time y perenne.

Así lo subrayó el Papa Benedicto XVI durante el tradicional encuentro con los sacerdotes de la diócesis de Roma al comienzo de la Cuaresma, celebrado en el Aula de la Bendición.

"Cura no se es a tiempo parcial; se es siempre, con toda el alma, con todo nuestro corazón", afirmó, según recoge Radio Vaticano.

Este ser con Cristo y ser embajadores de Cristo, este ser para los demás es una misión que penetra nuestro ser y que debe penetrar en la totalidad de nuestro ser", añadió.

Fidelidad y servicio

El Pontífice expuso una profunda lectio divina inspirada en el capítulo 20 de los Hechos de los Apóstoles, en el que san Pablo habla a los ancianos de Éfeso, y se concentró sobre el sentido del servicio y de la fidelidad que debe animar al presbítero.

El servicio, indicó, requiere una humildad que no es una exhibición de "falsa modestia", sino amor por la voluntad de Dios, que hay que anunciar sin "crear la idea de que el cristianismo sea un inmenso paquete de cosas que aprender".

El sacerdote, de hecho, "no predica un cristianismo à la carte, según sus propios gustos, predicando un Evangelio según sus propias ideas preferidas, según sus propias ideas teológicas".

"No deja de anunciar toda, toda la voluntad de Dios, también la voluntad incómoda, también los temas que personalmente no me gustan tanto".

Conversión y vida espiritual

En la Cuaresma, el Papa habló también de conversión, entendida sobre todo como cambio de pensamiento y de corazón, concentrándose no en las cosas del mundo por como se presentan, sino en la presencia de Dios en el mundo mismo.

"No perdamos el celo, la alegría de ser llamados por el Señor", exhortó.

"Dejémonos renovar nuestra juventud espiritual", añadió, pidiendo conservar "la alegría de poder ir con Cristo hasta el final, de ´llevar a término a carrera'siempre en el entusiasmo de ser llamados por Cristo para este gran servicio".

Igualmente, exhortó a estar "atentos también a nuestra vida espiritual, a nuestro ser con Cristo".

"Rezar y meditar la Palabra de Dios no es tiempo perdido para el cuidado de las almas – precisó – sino que es la condición para que podamos estar realmente en contacto con el Señor y así hablar de primera mano del Señor a los demás".

A pesar de las dificultades que la Iglesia afronta, prosiguió, no hay que perder la esperanza.

"La verdad es más fuerte que la mentira, el amor es más fuerte que el odio, Dios es más fuerte que todas las fuerzas adversas... a Dios". "Es con esta alegría, con esta certeza interior, como emprendemos nuestro camino (…) en los consuelos de Dios y en las persecuciones del mundo".

Disponibilidad

En su saludo al Papa, el cardenal Agostino Vallini, vicario general para la diócesis de Roma, subrayó que las cualidades sacerdotales de Benedicto XVI más apreciadas por el clero son "la fidelidad, humilde y gozosa, sin fisuras, al Señor Jesús; la disponibilidad total a servir a la Iglesia donde la Providencia le ha llamado, hasta el peso formidable del supremo Pontificado; el amor a la Palabra de Dios y a la Liturgia y la alegría de vivir el tiempo según el ritmo del Año Litúrgico; el ejercicio de la inteligencia y la pasión por la búsqueda de la verdad que proponer y defender sin compromisos; la dulzura del trato y la magnanimidad del corazón; la serenidad del alma enteramente entregada a Cristo".



Benedicto XVI afirma que un Obispo debe tener la valentía de oponerse a las corrientes del momento

Benedicto XVI, al ordenar a cinco obispos el pasado 6 de febrero, denunció que el mundo da la espalda a Dios y considera la fe cosa del pasado. 

Esta ha sido la tercera consagración episcopal presidida por Benedicto XVI desde que accedió hace casi seis años al Pontificado. Se celebró en la basílica de San Pedro del Vaticano durante una misa solemne, en cuya homilía el Papa recordó, del evangelio de Lucas, que "la mies es mucha, pero los obreros pocos" y dijo a los cuatro nuevos obispos que ha llegado "la hora de la misión".

Benedicto XVI manifestó que el trabajo que les encarga el Señor es "llevar a los hombres la luz de la verdad, librarlos de la pobreza de verdad, que es la verdadera tristeza y la verdadera pobreza del hombre". "La mies es mucha también hoy. Aunque pueda parecer que en grandes partes del mundo los hombres de hoy den la espalda a Dios y consideren la fe una cosa del pasado, existe todavía el anhelo de que finalmente sea establecida la justicia, el amor y la paz y que la pobreza y sufrimiento sean superados, que los hombres encuentren la alegría", afirmó el Pontífice.

El Obispo no puede ser caña que se mueve según el viento que sopla

El papa Ratzinger agregó que trabajar en el campo del Señor es en estos momentos "urgente, ya que en estas horas nos damos cuenta de forma dolorosa de las palabras del Señor de que son pocos los obreros". El Obispo de Roma añadió que la Iglesia por si misma no puede enviar obreros a la mies del Señor, sino que sólo Dios es el que puede hacerlo, en referencia a las vocaciones.

"Esto no es una cuestión de ser mánager o de nuestra capacidad organizativa", señaló el papa, que agregó que la Iglesia lo que puede hacer es "cooperar" para que lleguen esos obreros.

Benedicto XVI afirmó también que un obispo no puede ser "una caña en una ciénaga que se mueve según el viento que sopla, un siervo del espíritu del tiempo, debe ser intrépido y tener la valentía de oponerse a las corrientes del momento". El obispo, precisó, debe ser un árbol de raíces profundas, en las que está bien basado, lo que no significa que tenga que ser rígido o inflexible.

Benedicto XVI recordó que los obispos están llamados a tirar las redes del Evangelio en el mar agitado de nuestro tiempo para lograr la adhesión de los hombres a Cristo, "para sacarlos de las aguas salinas de la muerte y de la oscuridad en la que no penetra la luz del cielo y llevarlos a la tierra de la vida, a la comunión con Jesucristo".

En un mensaje reciente  en Friburgo manifestó a sus hermanos en el episcopado que "Es de nuevo el momento de abandonar con audacia lo que hay de mundano en la Iglesia."