El Papa Francisco ha emitido varios discursos y mensajes en el Foro Económico Mundial, destacando la importancia de la justicia social, la solidaridad y la protección del medio ambiente. A continuación, se presentan algunos de los puntos clave de su discurso en Davos 2025.

Sobre la IA nos dice : "La inteligencia artificial (IA) debe ser utilizada para promover la dignidad humana y el bien común, y no solo para buscar eficiencia y poder económico. Puede ser una herramienta valiosa para la cooperación y la unión de los pueblos, pero también plantea desafíos éticos y sociales que deben ser abordados".

El Papa enfatiza la necesidad de evaluar críticamente las aplicaciones de la IA y garantizar que se utilicen para mejorar la vida de todos, especialmente de los más vulnerables.

A continuación, el resumen del Papa Francisco en el Foro Económico Mundial 2025 celebrado en Davos, Suiza y que tuvo por tema "Colaboración para la era inteligente"

                                              Paola Santamaria

Mensaje del Papa Francisco en el Foro Económico Mundial 2025

[Davos-Klosters (Suiza), 20-24 de enero de 2025]

La tradición cristiana considera el don de la inteligencia como un aspecto fundamental de la persona humana creada "a imagen de Dios". Al mismo tiempo, la Iglesia católica siempre ha sido protagonista y ha apoyado el avance de la ciencia, la tecnología, las artes y otras formas de empresa humana, considerándolas ámbitos de "colaboración del hombre y de la mujer con Dios en el perfeccionamiento de la creación visible." 

La IA está concebida para imitar la inteligencia humana que la diseño, lo que plantea un conjunto único de preguntas y desafíos. A diferencia de muchos otros inventos humanos, la IA está entrenada en los resultados de la creatividad humana, permitiéndole generar nuevos artefactos con un grado de destreza y velocidad que a menudo emulan o superan las capacidades humanas, lo que suscita importantes preocupaciones sobre su impacto en el papel de la humanidad en el mundo. Además, los resultados que la IA es capaz de lograr son casi indistinguibles de los humanos, lo que plantea interrogantes sobre su efecto en la creciente crisis de la verdad en el foro público. Además, esta tecnología está diseñada para aprender y tomar ciertas decisiones de forma autónoma, adaptándose a nuevas situaciones y proporcionando respuestas no previstas por sus programadores, lo que suscita importantes cuestiones sobre la responsabilidad ética, la seguridad humana y las implicaciones más amplias de estos avances para la sociedad.

El uso mismo de la palabra "inteligencia" en relación con la IA es inapropiado, ya que la IA no es una forma artificial de inteligencia humana, sino un producto de ésta. Si es correctamente utilizada, la IA ayuda a la persona humana a realizar su vocación, en libertad y responsabilidad.

Como toda actividad humana y todo desarrollo tecnológico, la IA debe estar al servicio de la persona humana y formar parte de los esfuerzos para lograr justicia social, mayor fraternidad y un planteamiento más humano en los problemas sociales, pues el ser humano vale más que los progresos tecnológicos.

Sin embargo, existe el riesgo de que la IA se utilice para promover el "paradigma tecnocrático", según el cual todos los problemas del mundo pueden resolverse únicamente a través de medios tecnológicos.

Dentro de este paradigma, la dignidad y la fraternidad humana se subordinan a menudo a la búsqueda de la eficiencia, como si la realidad, la bondad y la verdad emanaran intrínsecamente del poder tecnológico y económico. Sin embargo, la dignidad humana nunca debe ser violada en favor de la eficiencia. 

Los avances tecnológicos que no mejoran la vida de todos, sino que crean o agravan las desigualdades y los conflictos, no pueden llamarse verdadero progreso. Por lo tanto, la IA debe ponerse al servicio de un desarrollo más sano, más humano, más social e integral.

Para navegar en las complejidades de la IA los gobiernos y las empresas deben ejercer la debida diligencia y  vigilancia. Deben evaluar críticamente las aplicaciones individuales de la IA en contextos particulares, para determinar si su uso promueve la dignidad humana y el bien común. 

Como ocurre con muchas tecnologías, los efectos de los diversos usos de la IA no siempre son predecibles desde el principio. A medida que la aplicación de la IA y su impacto social se hacen más evidentes con el paso del tiempo, es necesario adoptar respuestas adecuadas a todos los niveles de la sociedad, de acuerdo con el principio de subsidiariedad, con usuarios individuales, familias, sociedad civil, empresas, instituciones, gobiernos y organizaciones internacionales trabajando a su propio nivel para garantizar que la IA sea a favor del bien de todos. 

Los avances tecnológicos que no mejoran la vida de todos, sino que crean o agravan las desigualdades y los conflictos, no pueden llamarse verdadero progreso.

Papa Francisco, Ciuadad del Vaticano,                  14 de enero de 2025