Primera Carta Encíclica del Papa Francisco, 2013
Resumen y comentarios : Paola Santamaria
La carta encíclica "Lumen Fidei" ; (La luz de la fe) es un documento importante del Papa Francisco que explora la naturaleza y el papel de la fe en la vida de los creyentes. Publicada en 2013, esta encíclica es un llamado a reflexionar sobre la fe como una luz que ilumina nuestra existencia y nos permite ver la realidad de manera más profunda y significativa.
Este documento destaca la importancia de la fe en la vida de los creyentes y su relación con la verdad, la razón y la comunidad.
"Lumen Fidei" ; se basa en el trabajo iniciado por el Papa Benedicto XVI, quien había comenzado a trabajar en este documento antes de su renuncia al papado. El Papa Francisco completó y publicó la encíclica el 29 de junio, solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, del año 2013, primero de su Pontificado.
Este documento nos invita a reflexionar sobre la Fe, desde la perspectiva de nuestra relación personal con Dios, especialmente a través de la figura de Jesús y la acción del Espíritu Santo.
La encíclica se divide en cuatro capítulos, que exploran la naturaleza de la fe, su relación con la verdad y la razón, la importancia de la fe en la vida de los creyentes y el papel de la Iglesia en la transmisión de la fe.
La Fe como Luz
La fe es una luz que ilumina nuestra existencia y nos permite ver la realidad desde la perspectiva de Dios. No es solo una cuestión de creer en verdades abstractas, sino que implica una relación personal con Dios y una transformación de la vida, en la cual, a través de la fe, los creyentes podemos experimentar la presencia de Dios en nuestras vidas y en el mundo. "Cuando falta la luz, todo se vuelve confuso, es imposible distinguir el bien del mal. Por tanto, es urgente recuperar el carácter luminoso propio de la fe. […] Y es que la característica propia de la luz de la fe es la capacidad de iluminar toda la existencia del hombre"
"Porque una luz tan potente no puede provenir de nosotros mismos ; ha de venir de una fuente más grande, tiene que venir, en definitiva, de Dios."
En esta encíclica el Papa Francisco nos recuerda un diálogo entre el prefecto romano Rústico y el cristiano Hierax, que se encuentra en las actas de los mártires : "« ¿Dónde están tus padres ? », pregunta el juez al mártir. Y éste responde : « Nuestro verdadero padre es Cristo, y nuestra madre, la fe en Él ».
Para aquellos cristianos, la fe, en cuanto encuentro con el Dios vivo manifestado en Cristo, era una « madre », porque los daba a luz, engendraba en ellos la vida divina, una nueva experiencia, una visión luminosa de la existencia por la que estaban dispuestos a dar testimonio público hasta el final."
Así es como Francisco nos recuerda las palabras de Jesús : "Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón ; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo" Mt 5 :14-16
Como católicos, seamos testigos de la fe y salgamos a compartir esta luz con el mundo.
Abrahán, nuestro padre en la fe
En el capítulo primero se destaca la importancia de la fe en la historia y su relación con la escucha de la Palabra de Dios. Se menciona a Abrahán como nuestro padre en la fe, quien experimentó una revelación personal de Dios a través de la escucha de su voz. La fe se describe como una respuesta personal a la llamada de Dios, que establece una alianza con el hombre. Se enfatiza que la fe no se basa en la visión de Dios, sino en la escucha de su Palabra. La fe se presenta como una respuesta a la interpelación personal de Dios, que nos llama por nuestro nombre.
Esta llamada es una invitación a salir de su tierra y abrirse a una vida nueva, comienzo de un éxodo que lo lleva hacia un futuro inesperado. La promesa es que su descendencia será numerosa y será padre de un gran pueblo. La fe de Abrahán se describe como un acto de memoria, misma que no se queda en el pasado, sino que, siendo memoria de una promesa, es capaz de abrirse al futuro, de iluminar los pasos a lo largo del camino.
De este modo, la fe, en cuanto memoria del futuro, está estrechamente ligada con la esperanza.
Un último aspecto de la historia de Abrahán es la promesa de Dios hacia él. La fe de Abrahán se pone en relación con la paternidad de Dios y su capacidad para llamar a la existencia lo que no existe. La prueba de la fe de Abrahán, el sacrificio de su hijo Isaac, muestra que el amor de Dios puede garantizar la vida incluso después de la muerte, y que su promesa es capaz de asegurar un futuro más allá de toda amenaza o peligro.
Por lo tanto, nuestro padre en la fe, Abrahán, nos invita hoy a confiar en Dios, a pesar de las dificultades que podamos enfrentar, Abrahán vio a Dios en todas las circunstancias y nunca dudó de su fidelidad.
Nos invita a buscar a Dios en nuestra propia historia, incluso en los momentos más difíciles, y a confiar en que Él tiene un propósito para nuestras vidas.
Emûnah
En la Biblia, para hablar de la fe se usa la palabra hebrea "emûnah", derivada del verbo "amán", cuya raíz significa "sostener". El hombre fiel recibe su fuerza confiándose en las manos de Dios. Así podemos entender la emûnah-Fe como : confianza, creencia y firmeza. No se trata solo de una idea abstracta, sino de una comprensión profunda de la verdad y la realidad, y de una conexión con Dios y su voluntad
La fe entiende que la palabra, aparentemente efímera y pasajera, cuando es pronunciada por el Dios fiel, se convierte en lo más seguro e inquebrantable que pueda haber, en lo que hace posible que nuestro camino tenga continuidad en el tiempo.
Si emûnah significa tener fe, entonces ; ¿cómo debe vivir su fe una persona que vive con muchas dificultades financieras, de salud o en un país en guerra ?
Si seguimos los principios judíos con los que Jesús creció, entenderemos que, cuando se presentan dificultades en la vida, debemos mantener una actitud positiva y de aceptación. En otras palabras, todo lo que sucede es parte del plan de Dios, aunque en muchas ocasiones no comprendemos en el instante mismo la razón, sabemos que Él quiso que fuera así.
Nuestra oración podría ser de esta manera : "Señor Jesús, aunque estoy sufriendo, lo acepto con agrado, pues sé que tienes un plan perfecto para mi vida ; escucha mi súplica y dolor, pues al aceptarlo sé que te estoy sirviendo y amando ; si hoy estoy sufriendo, no me preocupo pues confió plenamente en que me ayudarás, y mañana, ¡este sufrimiento habrá pasado !"
"Creer significa confiarse a un amor misericordioso, que siempre acoge y perdona, que sostiene y orienta la existencia, que se manifiesta poderoso en su capacidad de enderezar lo torcido de nuestra historia".
De Abrahán a Moisés y de Moisés a Jesús, como plenitud de la fe cristiana
En la historia del pueblo de Israel se nos narra la Fe de Abrahán, una fe entre un hombre y Dios, y de ahí pasa a una Fe entre un pueblo y Dios a partir del encuentro con Moisés.
Moisés como mediador entre Dios y el pueblo de Israel transmite la voluntad de Dios al pueblo, y su presencia permite que Israel camine unido en la fe.
El Papa Francisco destaca que ; la fe cristiana está centrada en Cristo y su amor por nosotros : "Nuestra cultura ha perdido la percepción de esta presencia concreta de Dios, de su acción en el mundo. Pensamos que Dios sólo se encuentra más allá, en otro nivel de realidad, separado de nuestras relaciones concretas. Pero si así fuese, si Dios fuese incapaz de intervenir en el mundo, su amor no sería verdaderamente poderoso, verdaderamente real, y no sería entonces ni siquiera verdadero amor, capaz de cumplir esa felicidad que promete. En tal caso, creer o no creer en Él sería totalmente indiferente.
Los cristianos, en cambio, confesamos el amor concreto y eficaz de Dios, que obra verdaderamente en la historia y determina su destino final, amor que se deja encontrar, que se ha revelado en plenitud en la pasión, muerte y resurrección de Cristo".
La cruz de Cristo es el momento culminante de la mirada de fe, donde resplandece el amor divino en toda su altura y amplitud.
La fe se refuerza al contemplar la muerte de Jesús, ya que se revela como fe en su amor indefectible por nosotros, capaz de llegar hasta la muerte para salvarnos. Y no sólo eso, sino que afirma que la resurrección de Jesús es la prueba definitiva del amor de Dios, que es fiable y capaz de vencer la muerte. La fe no solo se basa en la creencia en Cristo, sino también en la unión con Él, que permite experimentar el amor de Dios en la vida. "Creemos en Jesús cuando lo acogemos personalmente en nuestra vida y nos confiamos a Él, uniéndonos a Él mediante el amor y siguiéndolo a lo largo del camino" (cf. Jn 2,11 ; 6,47 ; 12,44).
La fe, en este contexto, no es solo una creencia, sino una respuesta a la gracia de Dios que transforma la persona. La salvación no es un logro personal, sino un don recibido de las manos de Dios.
Fe y verdad
El segundo capítulo de la encíclica Lumen Fidei explora la relación entre la fe y la verdad, enfatizando la necesidad de la fe en la verdad de Dios para que sea realmente salvífica.
A través de esta reflexión, el Papa Francisco nos ayuda a comprender que el ser humano necesita verdad y conocimiento para sobrevivir y prosperar, y que la fe sin verdad se reduce a una mera ilusión. La fe, sin el sustento de la verdad, no es suficiente para guiar y asegurar nuestros pasos.
Y continúa diciendo : "Recuperar la conexión de la fe con la verdad es hoy aún más necesario, precisamente por la crisis de verdad en que nos encontramos".
Critica la tendencia actual a aceptar solo la verdad tecnológica, definida por lo que se puede construir y medir científicamente. Esta verdad, si bien es útil, no es la única y puede dejar de lado la búsqueda de verdades compartidas y la reflexión sobre el bien común. "En esta perspectiva, es lógico que se pretenda deshacer la conexión de la religión con la verdad, porque este nexo estaría en la raíz del fanatismo, que intenta arrollar a quien no comparte las propias creencias"
Amor y conocimiento de la verdad
"El hombre moderno cree que la cuestión del amor tiene poco que ver con la verdad. El amor se concibe hoy como una experiencia que pertenece sólo al mundo de los sentimientos y no a la verdad. Pero esta descripción del amor ¿es verdaderamente adecuada ?"
"En realidad, el amor no se puede reducir a un sentimiento que va y viene. Tiene que ver ciertamente con nuestra afectividad, pero para abrirla a la persona amada e iniciar un camino, que consiste en salir del aislamiento del propio yo para encaminarse hacia la otra persona, para construir una relación duradera ; el amor tiende a la unión con la persona amada. Y así se puede ver en qué sentido el amor tiene necesidad de la verdad.
Sólo cuanto el amor está fundado en la verdad puede perdurar en el tiempo, superar la fugacidad del instante y permanecer firme para dar consistencia a un camino en común. […]
El amor verdadero, en cambio, unifica todos los elementos de la persona y se convierte en una luz nueva hacia una vida grande y plena.
"Amor y verdad no se pueden separar. Sin amor, la verdad se vuelve fría, impersonal, opresiva para la vida concreta de la persona. La verdad que buscamos, la que da sentido a nuestros pasos, nos ilumina cuando somos tocados por el amor"
Así concluye Francisco sobre el amor y la verdad : "El conocimiento de la fe, por nacer del amor de Dios que establece la alianza, ilumina un camino en la historia. Por eso, en la Biblia, verdad y fidelidad van unidas, y el Dios verdadero es el Dios fiel, aquel que mantiene sus promesas y permite comprender su designio a lo largo del tiempo, desde su origen, hasta su consumación".
La Fe como escucha y visión
La conexión entre el ver y el escuchar, como órganos de conocimiento de la fe, aparece con toda claridad en el Evangelio de san Juan. Donde la fe implica una escucha personal y atenta, capaz de reconocer la voz del Buen Pastor y, a su vez, ponerse en acción, como en el caso de los primeros discípulos. La visión, por otro lado, puede preceder a la fe, como al ver los milagros de Jesús, o ser el resultado de la fe, como al ver la gloria de Dios.
La fe y la visión están intrínsecamente ligadas, formando un camino de la mirada que permite ver con profundidad, como se evidencia en la resurrección de Jesús y la posterior experiencia de María Magdalena.
Al final, creer y ver están entrelazados : "El que cree en mí […] cree en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado" Jn 12,44-45.
"Con su encarnación, con su venida entre nosotros, Jesús nos ha tocado y, a través de los sacramentos, también hoy nos toca ; de este modo, transformando nuestro corazón, nos ha permitido y nos sigue permitiendo reconocerlo y confesarlo como Hijo de Dios. Con la fe, nosotros podemos tocarlo, y recibir la fuerza de su gracia.
"Tocar con el corazón, esto es creer".
San Agustín
Diálogo entre fe y razón
"Lumen Fidei" también aborda la relación entre la fe y la razón, argumenta que la fe y la razón no son opuestas, sino complementarias. La fe puede enriquecer la razón y ayudar a los creyentes a comprender más profundamente la realidad y el propósito de la vida.
También nos dice que no hay contradicción entre la fe y la razón ; por el contrario, la fe puede iluminar y guiar la razón, ayudándola a comprender mejor la verdad y el sentido de la vida.
La encíclica sugiere que la razón busca y explora la verdad, mientras que la fe encuentra y descubre la verdad revelada por Dios.
Por lo tanto ; "la razón y la fe se necesitan mutuamente. La razón puede ayudar a comprender y profundizar la fe, mientras que la fe puede guiar e iluminar la razón".
"La fe despierta el sentido crítico, en cuanto que no permite que la investigación se conforme con sus fórmulas y la ayuda a darse cuenta de que la naturaleza no se reduce a ellas. Invitando a maravillarse ante el misterio de la creación, la fe ensancha los horizontes de la razón para iluminar mejor el mundo que se presenta a los estudios de la ciencia. La mirada de la ciencia se beneficia así de la fe : ésta invita al científico a estar abierto a la realidad, en toda su riqueza inagotable".
Fe y búsqueda de Dios
"La luz de la fe en Jesús ilumina también el camino de todos los que buscan a Dios, aún sin conocer a Dios"
En este capítulo se menciona la fe de Henoc y Abel como ejemplos de personas justas que, antes de la alianza con Abraham, encontraron a Dios. Es decir, la fe permite al hombre reconocer los signos de Dios en la naturaleza y en la vida cotidiana, Dios se presenta accesible y cercano a aquellos que lo buscan con sinceridad.
¿Qué mejor recompensa podría dar Dios a los que lo buscan, que dejarse encontrar ?
"Imagen de esta búsqueda son los Magos, guiados por la estrella hasta Belén (cf. Mt 2,1-12). Para ellos, la luz de Dios se ha hecho camino, como estrella que guía por una senda de descubrimientos. La estrella habla así de la paciencia de Dios con nuestros ojos, que deben habituarse a su esplendor.
El hombre religioso está en camino y ha de estar dispuesto a dejarse guiar, a salir de sí, para encontrar al Dios que sorprende siempre. Este respeto de Dios por los ojos de los hombres nos muestra que, cuando el hombre se acerca a Él, la luz humana no se disuelve en la inmensidad luminosa de Dios, como una estrella que desaparece al alba, sino que se hace más brillante cuanto más próxima está del fuego originario, como espejo que refleja su esplendor. No hay ninguna experiencia humana, ningún itinerario del hombre hacia Dios, que no pueda ser integrado, iluminado y purificado por esta luz.
Cuanto más se sumerge el cristiano en la aureola de la luz de Cristo, tanto más es capaz de entender y acompañar el camino de los hombres hacia Dios"
La Fe y la Comunidad
En este apartado el texto destaca la importancia de la transmisión de la fe a través de las generaciones y la relación entre la fe y la memoria. La fe se describe como un encuentro que se produce en la historia y que necesita ser transmitida a través de los siglos mediante una cadena ininterrumpida de testimonios.
La certeza de llegar al verdadero Jesús se logra a través de la relación con otros y la participación en una memoria más grande, que es la Iglesia.
La Iglesia se presenta como una Madre que enseña a hablar el lenguaje de la fe y que mantiene unidos todos los tiempos a través del Espíritu Santo, que guía el camino de fe.
La encíclica enfatiza la importancia de la comunidad en la vida de fe. La fe no es solo una experiencia individual, sino que se vive y se expresa en la comunidad de creyentes. La Iglesia es presentada como una comunidad de fe que se sostiene y se nutre mutuamente.
"Quien recibe la fe descubre que las dimensiones de su « yo » se ensanchan, y entabla nuevas relaciones que enriquecen la vida".
La fe cristiana, en su transmisión dentro de la Iglesia, no se limita a la simple comunicación de una doctrina, sino que implica una experiencia personal y comunitaria que afecta a la persona en su totalidad : cuerpo, espíritu, interioridad y relaciones. Esta experiencia de vida se comunica a través de los sacramentos, que son signos visibles de realidades invisibles, y que se celebran en la liturgia, encarnando una memoria viva y ligada a los tiempos y lugares de la vida, asociada a todos los sentidos ; implican a la persona, como miembro de un solo cuerpo y de un tejido de relaciones comunitarias.
En resumen, la fe cristiana no es solo una cuestión intelectual, sino una experiencia vivida y comunicada a través de los sacramentos y la liturgia, que impacta a la persona en su totalidad y la conecta con Dios y con los demás.
El Papa Francisco refiriéndose a la transmisión de la fe, concluye diciendo que los cuatro elementos que contienen el tesoro de memoria que la Iglesia son : la confesión de fe, la celebración de los sacramentos, el camino del decálogo, es decir, el seguimiento de los diez mandamientos y la oración.
Fe y familia
Así mismo cuando el Papa Francisco habla en términos de familia nos dice : "En la familia, la fe está presente en todas las etapas de la vida, comenzando por la infancia : los niños aprenden a fiarse del amor de sus padres. Por eso, es importante que los padres cultiven prácticas comunes de fe en la familia, que acompañen el crecimiento en la fe de los hijos. Sobre todo, los jóvenes, que atraviesan una edad tan compleja, rica e importante para la fe, deben sentir la cercanía y la atención de la familia y de la comunidad eclesial en su camino de crecimiento en la fe.
Todos hemos visto cómo, en las Jornadas Mundiales de la Juventud, los jóvenes manifiestan la alegría de la fe, el compromiso de vivir una fe cada vez más sólida y generosa.
Los jóvenes aspiran a una vida grande. El encuentro con Cristo, el dejarse guiar por su amor, amplía el horizonte de la existencia, le da una esperanza sólida que no defrauda.
La fe no es un refugio para gente pusilánime, sino que ensancha la vida. Hace descubrir una gran llamada, la vocación al amor, y asegura que este amor es digno de fe, que vale la pena ponerse en sus manos, porque está fundado en la fidelidad de Dios, y es más fuerte que todas nuestras debilidades".
La fe dentro del matrimonio
"Pienso sobre todo en el matrimonio, como unión estable de un hombre y una mujer : nace de su amor, signo y presencia del amor de Dios, del reconocimiento y la aceptación de la bondad de la diferenciación sexual, que permite a los cónyuges unirse en una sola carne (cf. Gn 2,24) y ser capaces de engendrar una vida nueva, manifestación de la bondad del Creador, de su sabiduría y de su designio de amor. Fundados en este amor, hombre y mujer pueden prometerse amor mutuo con un gesto que compromete toda la vida y que recuerda tantos rasgos de la fe. Prometer un amor para siempre es posible cuando se descubre un plan que sobrepasa los propios proyectos, que nos sostiene y nos permite entregar totalmente nuestro futuro a la persona amada"
Luz para la vida en sociedad
Asimilada y profundizada en la familia, la fe ilumina todas las relaciones sociales. "Si hiciésemos desaparecer la fe en Dios de nuestras ciudades, se debilitaría la confianza entre nosotros, pues quedaríamos unidos sólo por el miedo, y la estabilidad estaría comprometida.
La fe ilumina la vida en sociedad ; poniendo todos los acontecimientos en relación con el origen y el destino de todo en el Padre que nos ama, los ilumina con una luz creativa en cada nuevo momento de la historia"
Fuerza que conforta en el sufrimiento
El cristiano sabe que siempre habrá sufrimiento, pero que le puede dar sentido, puede convertirlo en acto de amor, de entrega confiada en las manos de Dios, que no nos abandona y, de este modo, puede constituir una etapa de crecimiento en la fe y en el amor.
La luz de la fe no nos lleva a olvidarnos de los sufrimientos del mundo. ¡Cuántos hombres y mujeres de fe han recibido luz de las personas que sufren ! San Francisco de Asís, del leproso ; la Madre Teresa de Calcuta, de sus pobres. Acercándose a ellos, no les han quitado todos sus sufrimientos. La luz de la fe no disipa todas nuestras tinieblas, sino que, como una lámpara, guía nuestros pasos en la noche y esto basta para caminar.
"No nos dejemos robar la esperanza, no permitamos que la banalicen con soluciones y propuestas inmediatas que obstruyen el camino hacia la vida eterna"
En resumen, "Lumen Fidei" ; es una invitación a reflexionar sobre la naturaleza y la importancia de la fe en la vida de los creyentes. La encíclica nos recuerda que la fe es una luz que puede iluminar nuestra existencia y guiarnos hacia una comprensión más profunda de Dios y del mundo. A través de la fe, podemos experimentar la presencia de Dios y vivir de manera más plena y significativa.
Nuestro querido papa Francisco demostró siempre un profundo amor y devoción hacia la Virgen María a lo largo de su ministerio. Y concluye su primera carta encíclica "LUMEN FIDEI" de la forma más bella, saludando a nuestra Santa Madre.
Nos dirigimos en oración a María, madre de la Iglesia y madre de nuestra fe.
¡Madre, ayuda nuestra fe !
Abre nuestro oído a la Palabra, para que reconozcamos la voz de Dios y su llamada.
Aviva en nosotros el deseo de seguir sus pasos, saliendo de nuestra tierra y confiando en su promesa.
Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor, para que podamos tocarlo en la fe.
Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, a creer en su amor, sobre todo en los momentos de tribulación y de cruz, cuando nuestra fe es llamada a crecer y a madurar.
Siembra en nuestra fe la alegría del Resucitado.
Recuérdanos que quien cree no está nunca solo.Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para que él sea luz en nuestro camino.
Y que esta luz de la fe crezca continuamente en nosotros, hasta que llegue el día sin ocaso, que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor.


