Palabras del Papa Francisco
Sábado 4 de mayo de 2013 en Basílica Papal de Santa María la Mayor
María es madre, y una madre se preocupa sobre todo de la salud de sus hijos. La Virgen María protege nuestra salud, la preserva siempre con amor grande y tierno. ¿Qué quiere decir esto de que la Virgen María protege nuestra salud ? Pienso sobre todo en tres aspectos : nos ayuda a crecer, a afrontar la vida y a ser libres.
Una madre se preocupa de que sus hijos sigan creciendo ; de que crezcan fuertes, capaces de asumir responsabilidades y compromisos en la vida ; de proponerse grandes ideales. La Virgen María hace esto mismo en nosotros, nos ayuda a crecer humanamente y en la fe, a ser fuertes y a no ceder a la tentación de ser superficiales, como hombres y como cristianos, sino a vivir con responsabilidad, a ir siempre más allá.
Una madre educa, no cuida a sus hijos evitando los problemas, como si la vida fuese un camino sin obstáculos. La mamá ayuda a sus hijos a ver con realismo los problemas de la vida y a no venirse abajo, sino a afrontarlos con valentía, a no ser flojos, a superarlos, conjugando adecuadamente la seguridad y el riesgo. ¡Y vaya que una madre sabe intuir !.
No lleva al hijo sólo por el camino seguro, porque de esa manera el hijo no puede crecer, pero tampoco lo abandona siempre en el camino peligroso, porqué es arriesgado. Una mamá sabe sopesar las cosas.
Recordemos la parábola del buen samaritano : Jesús no propone como modelo el comportamiento del sacerdote y del levita, que evitan socorrer a quien había caído en manos de los ladrones, sino el del samaritano que ve la situación de aquel hombre y la afronta concretamente, asumiendo los riesgos.
María ha pasado muchos momentos difíciles en su vida, desde el nacimiento de Jesús, cuando "no había sitio para ellos en la posada" (Lc 2,7), hasta el Calvario (cf. Jn 19,25).
Como una buena madre está a nuestro lado, para que no perdamos jamás el arrojo frente a las adversidades de la vida, frente a nuestra debilidad, frente a nuestros pecados.Nos fortalece, nos señala el camino de su Hijo.
Jesús, desde la cruz, dice a María indicando a Juan : "Mujer, ahí tienes a tu Hijo", y a Juan : "Ahí tienes a tu madre" (cf. Jn 19,26-27). En aquel discípulo estamos representados todos nosotros : el Señor nos encomienda en las manos llenas de amor y de ternura de la Madre, de modo que podamos contar con su ayuda para afrontar y vencer las dificultades de nuestro camino humano y cristiano ; a no temer las dificultades, a afrontarlas con la ayuda de mamá.
Una buena mamá también ayuda a tomar decisiones definitivas con libertad. Esto no es fácil, pero una mamá sabe hacerlo. Pero, ¿qué quiere decir libertad ? No se trata ciertamente de hacer siempre lo que uno quiere, dejarse dominar por las pasiones, pasar de una cosa a otra sin discernimiento, seguir la moda del momento ; libertad no significa prescindir sin más de lo que a uno no le gusta. No, ¡Eso no es libertad ! ¡La libertad es un don para que sepamos elegir bien en la vida !
María, como buena madre que es, nos enseña a ser como Ella, personas capaces de tomar decisiones definitivas, en este momento en el que reina, por decirlo así, la filosofía de lo pasajero.
Hoy en día es tan difícil comprometerse en la vida definitivamente. Pero María, nuestra madre, nos ayuda a tomar decisiones con aquella libertad plena con la que respondió "sí" al designio de Dios en su vida (cf. Lc 1,38).
Queridos hermanos y hermanas, ¡qué difícil es tomar decisiones definitivas en nuestros días ! Nos seduce lo pasajero. Somos víctimas de una tendencia que nos lleva a la provisionalidad… como si quisiésemos seguir siendo adolescentes para siempre.
¡No tengamos miedo a los compromisos definitivos ; a los compromisos que implican y exigen toda la vida ! "Esto es libertad", tener el valor de tomar estas decisiones con magnanimidad.
Toda la existencia de María es un canto de amor a la vida ; ha engendrado a Jesús según la carne y ha acompañado el nacimiento de la Iglesia en el Calvario y en el Cenáculo.
María es la mamá que nos concede la salud en el crecimiento, nos concede la salud para afrontar y superar los problemas, haciéndonos libres para tomar decisiones definitivas ; la mamá que nos enseña a ser fecundos, a estar abiertos a la vida y a dar siempre frutos de bondad, frutos de alegría, frutos de esperanza, a no perder nunca la esperanza, a dar vida a los otros, vida física y espiritual.
El Papa termina su mensajes con la siguiente oración : ¡oh María, danos la salud que sólo Tú nos puedes dar, para que seamos siempre signos e instrumentos de vida. Amén.


