"Abismo y perdición son insaciables, como insaciables son los ojos del hombre." Prov. 27 20 

La pureza exige el pudor. Este es parte integrante de la templanza. El pudor preserva la intimidad de la persona. Designa el rechazo a mostrar lo que debe permanecer velado. Está ordenado a la castidad, cuya delicadeza proclama. Ordena las miradas y los gestos en conformidad con la dignidad de las personas.

EL pudor es modestia; inspira la elección de la vestimenta. Mantiene silencio o reserva donde se adivina el riesgo de una curiosidad malsana; se convierte en discreción. Existe un pudor del cuerpo. Este pudor rechaza, por ejemplo, los exhibicionismos del cuerpo humano [...] El pudor inspira una manera de vivir que permite resistir a las solicitaciones de la moda y a la presión de las ideologías dominantes. CIC 2521-2523

Presentamos a continuación un segmento del libro de Colleen Hammond titulado "Dressing with Dignity". 

« Mi camino hacia la moda modesta ha sido muy, muy largo. Me salí de la fe católica cuando estaba en la universidad. Modelaba y actuaba. Esos no eran oficios muy cristianos.

Planeaba entrar en la escuela de medicina (hice mi especialización del colegio en química y psicología), pero debido a mi modelaje y actuación, terminé trabajando en televisión. Conseguí un trabajo como presentadora de noticias del tiempo, en el Canal especializado en este campo, por lo que tanto mi esposo como yo tuvimos que mudarnos a Atlanta. En esa época, mi mejor amiga era Directora de Promociones de MTV, lo que puede darles una idea de en dónde se encontraba mi vida, en ese entonces. 

Mi regreso a la fe es una larga y trágica historia; pero cuando regresé, nadie habría dicho que yo era cristiana por la forma como me vestía. Creo que pensaba que la verdadera belleza se basaba en cuánto enseñaba de mi cuerpo y figura. 

Abandoné mi carrera que ascendía velozmente. Debido a unos cuantos eventos desastrosos en nuestra vida, que ocurrieron poco después. Nos encontrábamos en quiebra... y eso significa sin un centavo. 

Teníamos solo un auto que mi esposo se llevaba al trabajo, por lo que yo no salía mucho de la casa. Como madre de un niño (bebé en ese entonces), ama de casa, contaba con mucho tiempo libre. 

Un día que fui a la biblioteca di con un estudio de mercado que había sido encargado por la industria de la propaganda en los años setenta. Habían usado la tecnología moderna para seguir los ojos de los hombres cuando miraban a una mujer que usaba pantalones. Los resultados de este estudio me sorprendieron, me dieron asco y me disgustaron a tal punto que desde ese entonces jamás he vuelto a usar pantalones en público. 

En ese entonces mi clóset estaba lleno de camisetitas cortas y pegadas, pantalones mallas y camisetas. No tenía un vestido. Yo iba a tener un cambio radical. Como no tenía ni medio para comprarme nada, me cosí un vestido (era demasiado corto) que me lo puse en público –es decir para ir a Misa, de compras, o al parque. 

Comencé a leer más sobre la modestia, pero los únicos libros que encontraba no eran católicos. 

De alguna manera se me ocurrió la idea que vestirse con modestia, en cierto modo, significaba ropa simple, horrible, ropa que pareciera un saco de poner papas. Una túnica de monja tenía más gusto que los modelos que comencé a usar. La nueva ropa que escogí llevar eran una desviación de la ropa elegante que usaba cuando modelaba y trabajaba en televisión. 

Nuestro matrimonio, pasaba por cambios y retos, por lo que comencé a leer libros sobre el matrimonio. Una vez más, los únicos libros que pude encontrar, no eran católicos. Sin otra opción, comencé a investigar los Documentos de la Iglesia Católica, buscando referencias para el matrimonio, especialmente sobre ese gran dilema de que "usted debe obedecer a su esposo". 

Mi primer libro manuscrito. ¿Ama, Honra.... y Obedece? era sobre las enseñanzas de la Iglesia Católica a las esposas que deben sujetarse a sus esposos. Pienso que las enseñanzas católicas sobre el asunto son mucho más hermosas y dan mayor autorización a la mujer que ningún otro punto de vista, que por allí pudiera aparecer. 

Viajé por todo el país entrevistando a gente, haciendo conferencias, ayudando a que se reconstruyeran matrimonios y Dios mediante, llegando a las almas, por lo que invertí muchos años de investigación y estudio en el manuscrito, y estaba ansiosa de terminarlo para hacerlo aprobar por los teólogos y llevarlo a las librerías. 

Pero en marzo del 2004, me encontraba como invitada a un programa en vivo de la Radio San José Presenta, en el área de Los Ángeles, que se escucha en WEWN. Dios me habló ese día en una forma potente. ¿Por qué debería sorprenderme? Siempre tiene que golpearme con una garrote para que yo capte lo que estaba tratando de decirme. Esta vez no era diferente. 

Mi tópico de la presentación era "Comunicación entre Hombres y Mujeres" y claro, mi libro por salir "¿Ame, Honre.... y Obedezca?" 

Pero cada una de las llamadas que por las  dos horas del programa recibía, eran de padres que preguntaban cómo lograr que sus hijas se vistieran de una manera modesta y digna. 

Yo todavía no escuchaba el mensaje de Dios. 

La última llamada era de una persona que dijo: "A pesar de que estoy interesado en su tópico, Colleen, lo que creo que Dios realmente quiere que usted haga ahora, es escribir un libro sobre la modestia". 

¡Eso me golpeó como una tonelada de ladrillos! Mirando hacia atrás, el año previo, se me había pedido que hiciera presentaciones alrededor del país, de las modas madre-hija. Enseñar a las jóvenes a vestirse en una forma modesta y digna y el desarrollar su feminidad ¿era en este momento más importante que Ame, Honre.....y Obedezca? 

Me fui a una capilla de barrio para orar. Allí en una de las bancas se encontraba el libro "Cuarenta Sueños" de San Juan Bosco. Rápidamente lo abrí y salió la página 34. Mis ojos fueron directamente a este pasaje: 

"No sabes que, en lo que concierne a la pureza "non datur parvitas materae—" "No hay materia que no sea considerada grave" ¿Grave? ¿Querrá decir mortal? 

Hojeé el libro un poco más, y cada página que abría tenía un pasaje más relacionado con la importancia de la inocencia y la pureza. 

Súbitamente, en mi mente, cada pieza del rompecabezas se puso en su lugar. Todo pecado contra la pureza es grave, y eso incluye aún nuestros pensamientos, ¿no es cierto? 

También me di cuenta que la mitad de hombres del mundo se estimula increíblemente por lo que ve—y eso no es su propia culpa. Por lo que, tomando en consideración lo que he visto que usan las mujeres y jóvenes para ir a las tiendas, o a la playa (¡sin mencionar lo que algunas usan para ir a la Misa!), se me aclaró que la persona que llamó a la radio tenía razón. Lo que en este mismo momento se necesita es un libro sobre cómo vestirse de una manera modesta y digna. 

Fui a casa y comencé a investigar. Me sorprendí de ver la cantidad de material que la Iglesia disponía y del cual jamás yo había escuchado; también eso me impactó. Era sorprendente ver el repentino y rápido declive de las modas en los últimos cien años. Pero también es hermoso ver cómo el cielo y la Santa Madre Iglesia han tratado de advertirnos y mantenernos seguras. 

El papel de la Iglesia como indicadora de un creciente deterioro de la modestia en las modas –lamentablemente para la mujer- ha sido uno de los secretos mejor guardados del siglo. »